El problema de las energías no renovables

Un reciente estudio alienta a dejar de utilizar energías no renovables para salvarnos de una catástrofe climática. 

Definimos la energía no renovable como los recursos energéticos que tienden a agotarse. El ritmo de consumo de estos recursos es mayor que el de su regeneración. Las energías no renovables son los métodos de producción de energía a partir de una fuente de energía agotable.

La energía no renovable consume algún tipo de combustible (petróleo, carbón, uranio…). Las energías renovables utilizan a su vez otros tipos de recursos energéticos (solar, eólica, hidráulica, etc.). Sin embargo, en el futuro, algunos combustibles pueden considerarse inagotables. El hidrógeno, por ejemplo.

El concepto de energía no renovable se considera a nivel de la vida humana. Algunos procesos han durado hasta quinientos millones de años. Por ejemplo, la acumulación de carbono.

La finalidad de este tipo de energía es, por lo general, generar energía eléctrica y energía mecánica. También se utilizan para generar energía mecánica (automóviles).

Tipos de energía no renovable

Se consideran energías de origen no renovable:

  • El petróleo. Este líquido viscoso de color verde, amarillo, marrón o negro está constituido por distintos hidrocarburos (compuestos formados por átomos de carbono e hidrógeno en cantidades variables). La formación del petróleo comenzó hace millones de años, cuando la Tierra era un planeta cubierto de agua. Con el paso del tiempo, los procesos geológicos y la acción bacteriana sobre la materia orgánica acumulada en el fondo del mar dio lugar a esta mezcla de hidrocarburos.
  • El gas natural. Esta fuente de energía fósil consiste en una mezcla de hidrocarburos. Al igual que el petróleo, su existencia se debe a la acción bacteriana de miles de años bajo tierra.
  • El carbón. Roca formada por carbono y otras sustancias. En el año 1990 suministraba más del 27% de la energía comercial de todo el mundo.
  • La energía nuclear de fisión se obtiene al bombardear, con neutrones a gran velocidad, los átomos de ciertas sustancias. La sustancia más usada es el uranio-235, aunque también se usan el uranio-233 y el plutonio-239.

El grave impacto ambiental de las energías no renovables

Si queremos cumplir con el Acuerdo de París y evitar que la temperatura global supere un aumento de 2 ºC durante este siglo, es indispensable que el 60% del petróleo que aún está disponible, así como el 90% del carbón, permanezcan bajo tierra, sin que los utilicemos.

Así lo afirma un reciente estudio publicado en la revista Nature, que alienta a dejar de utilizar energías no renovables para salvarnos de una catástrofe climática. Los peligros de estas fuentes de energía abarcan mucho más que el calentamiento global. Te contamos qué son y cuáles son los impactos medioambientales de las energías no renovables.

Comencemos con un dato significativo: los humanos consumimos en apenas un año lo que la naturaleza ha tardado millones de años en producir. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los combustibles fósiles. Tardan miles o millones de años en formarse y en apenas unas décadas habremos agotado todas las reservas de estas fuentes de energía.

Precisamente por eso al carbón, al petróleo o al gas natural se les conoce como fuentes de energía no renovables, porque podemos encontrarlos en cantidades limitadas en la naturaleza. Es decir, se generan a partir de recursos finitos o que tardan muchísimo tiempo en regenerarse.

La energía nuclear también es una fuente de energía no renovable porque el combustible que utiliza -el uranio- no se regenera por sí solo. Sin embargo, sí sirve para combatir el cambio climático, porque no emite CO2 ni ningún gas de efecto invernadero.

Impacto ambiental de las energías no renovables

En la naturaleza podemos encontrar estos recursos, pero van desapareciendo con su uso. Según un reciente estudio publicado en la revista científica Nature, las reservas de petróleo se agotarán hacia el año 2043.

Lo mismo ocurre con el carbón y el gas natural: la fecha en la que ya no dispondremos de estos fósiles está muy próxima. Pero no la razón por la que estamos obligados a buscar con urgencia nuevas fuentes de energía no es porque estos recursos se agoten, que también, sino por el grave impacto ambiental de las energías no renovables sobre nuestro planeta.

El combustible del cambio climático, energías no renovables

Los combustibles fósiles comprenden el 80% de la demanda mundial actual de energía primaria, y el sistema energético es la fuente de aproximadamente dos tercios de las emisiones mundiales de CO2.

Tanto el CO2 como otros gases de efecto invernadero tienen la capacidad de acumular y emitir calor. Y, tal y cómo han demostrado los expertos, un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera provoca un aumento significativo de la temperatura de la Tierra. Actualmente, la temperatura del planeta ya ha aumentado más de 1°C desde la era preindustrial.

Si las tendencias actuales continúan -es decir, si se mantiene la proporción actual de combustibles fósiles y se cumple el pronóstico de que la demanda de energía se duplicará para 2050-, estaremos muy lejos de conseguir limitar el ascenso de la temperatura global a 2 °C, de 1.5 °C ya entonces ni hablamos¡. Un calentamiento que tendría consecuencias climáticas desastrosas para el planeta.

Derrames y vertidos de petróleo

Además, en la lista de catástrofes medioambientales producto de las actividades humanas, los derrames de petróleo se cuentan entre las más graves y también las más frecuentes. Y una de las zonas más afectadas del planeta es el Amazonas. Casi 400 comunidades de la Amazonia peruana, afectadas desde 2014 por frecuentes derrames de petróleo, tienen en el organismo plomo, cadmio, mercurio y otros metales pesados.

La provincia de Sucumbíos, perteneciente a la Amazonía ecuatoriana, es una de las zonas más afectadas por la polución petrolera. La comida, el agua y el aire están afectadas por los vertidos. La selva está llena de mecheros, enormes chimeneas que queman los gases de escape de la extracción petrolífera y que también contaminan el agua de la lluvia, la primera fuente de abastecimiento de los habitantes de la zona.

Residuos radiactivos

n el caso de la energía nuclear, es necesario tratar los residuos radiactivos de forma adecuada. Se trata de deshechos que no pueden ser reciclados y deben guardarse de forma muy segura porque pueden generar radiactividad durante siglos e incluso milenios.

Es necesario gestionar los residuos nucleares garantizando la máxima seguridad, ya que la radiactividad es nociva para la salud de las personas y del planeta. La radiactividad liberada en grandes cantidades es letal, y además puede provocar malformaciones y enfermedades en las personas que viven en la zona, a lo largo de varias generaciones. Solo hace falta escuchar las historias de quienes, décadas después, aún siguen sufriendo los efectos del accidente nuclear de Chernobyl.

Lluvia ácida

La lluvia ácida es una de las consecuencias de la contaminación atmosférica. Se produce cuando las emisiones contaminantes de las fábricas, automóviles o calderas de calefacción entran en contacto con la humedad de la atmósfera. Emisiones provocadas por la quema de combustibles fósiles y que provocan la acidificación de suelos, lagos y mares con el consiguiente perjuicio para la flora y la fauna terrestre y marina.

Efectos sobre la salud humana

Lo cierto es que todas las consecuencias del uso de energías no renovables mencionadas anteriormente repercuten de una forma u otra en la salud de las personas. Pero, yendo a datos más concretos, la contaminación del aire por la quema de combustibles fósiles provoca cada año 4,5 millones de muertes en todo el mundo, según un estudio elaborado por Greenpeace y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés).

Por no mencionar, que según las estimaciones de la OMS, alrededor de 4,2 millones de muertes prematuras ocurren cada año por la exposición a partículas de metales vinculados con la quema de combustibles fósiles.

Transición energética: el camino hacia las renovables

Por suerte, todos estos impactos pueden evitarse, disminuirse e incluso revertirse. ¿Cómo? Apostando firmemente por las renovables y apoyando una transición definitiva hacia fuentes limpias e inagotables de energía. Hablamos de la energía eólica, energía solar fotovoltaica, termosolar, hidráulica, etc.

Según el estudio de Nature que mencionábamos al principio de este artículo, si no dejamos de utilizar energías no renovables de inmediato, la subida de las temperaturas que nos espera traerá cambios irreversibles para nuestro planeta: aumento de las olas de calor, temporadas cálidas más largas, temporadas frías más cortas, un repunte de los fenómenos meteorológicos más extremos, etc.

La transición energética es el único camino a seguir si queremos conseguir el objetivo más ambicioso de los que marca el Acuerdo de París: limitar la temperatura del planeta a 1’5 °C por encima de los valores preindustriales, para lo que según indicó el IPCC, se pueda lograr la neutralidad en carbono en 2050.

Es necesario un esfuerzo por parte de todos los países para conseguir un sistema energético mundial que sea estable, sostenible y asequible. Un mundo que funcione a partir de las energías renovables es indispensable para garantizar nuestro futuro y el del planeta.

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