La cadena de valor vitivinícola (que incluye vino, jugo concentrado de uva, pasas y uva de mesa) generó un valor agregado de más $38.000 millones el año pasado. Considerando el tipo de cambio promedio de 2017, esto implica cerca de u$s2.300 millones.
Si se considera exclusivamente el vino, entonces el sector comercializó casi 900 millones de litros en el mercado doméstico, lo que significó una facturación de más de 58.000 millones de pesos, equivalente a u$s3.500 millones.
Según el informe, aproximadamente un tercio del total del valor agregado lo aportó la producción de uva para vinificar ($12.800 millones), mientras que unos $13.000 millones correspondieron se generaron durante la etapa de comercialización.
De acuedo con el estudio, cada hectárea con viñedos produce un valor de $170.000, que se distribuye en las 18 provincias del país en las cuales se desarrolla la vitivinicultura. Esto incluye la elaboración de uva de mesa, vino, jugo de uva, pasas y el enoturismo.
Una mención especial merece el impacto en el empleo ya que, en promedio, el 30% del valor agregado generado en la venta de vino es mano de obra, siendo en algunos casos, como en la producción de uva para vinificar, de alrededor del 70% del valor agregado.
En términos nominales, el sector generó 385.000 puestos de trabajo, de los cuales 106.000 fueron directos y 279.000, indirectos.
«Es decir que nos encontramos ante una actividad con distribución territorial (18 provincias) que ocupa el 0,1% de la superficie nacional y que multiplica por 4 su participación en el PBI nacional en relación a la superficie que ocupa», detallaron.
Así las cosas, concluyeron que esta industria muestra una «amplia distribución territorial, poco espacio y alto valor agregado».
En cuanto al aporte impositivo de la industria vitivinícola, el informe detalló que en 2017 sumó poco más de $4.400 millones.