Todos mirando hacia el segundo trimestre, ya que el BCRA deberá acelerar la compra de divisas en la época del año con mayor estacionalidad de oferta por la liquidación de la cosecha gruesa.
El agro en Argentina es una actividad económica integrada en las cadenas agroalimentarias y agroindustriales. Producir alimentos y materias primas se enlaza con la creación de valor agregado, la recaudación tributaria y las divisas.
Igualmente, la producción de las regiones se articula con la industria, porque no existe dicotomía entre esta y el campo. Tal condición puede verse en el impulso agrícola generado por la instalación de plantas productoras de biocombustible. Posiblemente sea provechoso plantearse la hipótesis, negada de entrada, de una Argentina sin agricultura sólida y tecnificada como la actual. Tal ejercicio nos podría ayudar a valorar los logros alcanzados durante décadas de modernización del agro.
Una economía que depende del campo
Es casi un hecho que el Gobierno va a incumplir la meta de reservas con el FMI. Así lo sostuvo el otro día Juan Ignacio Paolicchi de Empiria. Los números son bastante elocuentes: en lo que va del año, el BCRA no compró ni un dólar. A esta altura de 2021 había comprado cerca de US$ 3.000 millones en el MULC. Peor aún: en 2022, el agro liquidó US$ 1.200 millones más que en el mismo lapso de 2021.
A pesar de las condiciones favorables, “para el Banco Central la recomposición de reservas se volvió una tarea hercúlea”, señalan desde GMA Capital. Con datos actualizados hasta el 4 de abril (63 días hábiles), “la compra neta acumulada en el MULC en 2022 es negativa en US$ 53 millones”. En tanto, hace un año, para esta misma época, “la autoridad monetaria había adquirido más de US$ 2.500 millones del sector privado”, agregan desde GMA.
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La cuestión de las reservas no es un capricho del mercado o la ortodoxia. Engrosar las reservas brutas para mejorar las netas es un aspecto clave para Argentina en el marco del acuerdo con el FMI. “No se trata de una ‘meta indicativa’, sino que es uno de los ‘criterios de desempeño’. En otras palabras, un incumplimiento en el target de demandaría un ‘perdón’ o waiver del staff del organismo para habilitar los desembolsos trimestrales”, explican en GMA.
La meta de acumulación de reservas netas es de US$ 5.800 millones para todo 2022, pero como incluye los desembolsos del FMI y los ingresos de capitales de organismos internacionales que excedan los US$ 1.389 millones, la meta “pura” de compra en el MULC es más cercana a US$ 3.400 millones.
En el primer trimestre, gracias al desembolso del FMI de US$ 4.363 millones del 25 de marzo, las reservas netas crecieron unos US$ 1.900 millones, superando el piso exigido de US$ 1.200 millones. Para cumplir con el objetivo acumulado de US$ 4.100 millones hacia el segundo trimestre, el BCRA deberá acelerar la compra de divisas en la época del año con mayor estacionalidad de oferta por la liquidación de la cosecha gruesa.
Ante ese escenario desafiante, en abril el tipo de cambio oficial comenzó a moverse más cerca del 4% mensual, luego de haberse deslizado durante varias semanas al 3%. “Creemos que esto respondió al intento de no atrasar demasiado el dólar oficial con relación a la inflación, que en marzo podría alcanzar el 6% según mediciones privadas”, explicaron.
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En la semana pasada, el tipo de cambio mayorista acumuló una suba de $1,04 respecto del cierre del viernes pasado. Fue la corrección semanal más alta desde la registrada en la semana que finalizó el 2 de octubre de 2020.
El desafío de sumar reservas en un año donde la cuenta energética crecerá (y mucho), así como la de servicios (turismo, por ejemplo), agranda el conocido trade-off con las importaciones, y por ende, el nivel de actividad.
El recientemente firmado acuerdo con el FMI impone a la Argentina cumplir con determinado nivel de reservas internacionales, “lo cual motiva el fuerte cepo y restricción al acceso de divisas que el gobierno aún mantiene y profundiza”, señaló Invecq.