La huerta en otoño/invierno, cuando la temperatura en la noche es baja, caen las heladas y al día el sol no tiene la suficiente fuerza y la duración de horas de luz restringen al aporte vital para las plantas.
La temperatura es un factor determinante en la producción de hortalizas, influyendo directamente en la calidad de la cosecha según el calor acumulado durante el desarrollo del fruto. Entre las hortalizas que mejor se adaptan al cultivo en climas fríos se encuentran la acelga, espinaca, brócoli, lechuga, perejil, tomate, alcachofa, repollo, ajo, coliflor, arveja, frijol, habichuela, espárragos, habas y las cebollas (larga y de bulbo).
Estrés por frío y su impacto en el desarrollo:
Cada hortaliza posee un rango de temperatura ideal para su desarrollo óptimo (con valores mínimos y máximos). Cuando la temperatura desciende por debajo de este rango, la planta puede sufrir estrés por frío, afectando negativamente la calidad de los frutos. Es crucial entender cómo las bajas temperaturas pueden inducir este estrés en los cultivos.
Mecanismos fisiológicos del estrés por frío:
El frío afecta la membrana celular, volviéndola más rígida y menos permeable. Esta alteración dificulta la absorción de agua y nutrientes, lo que conlleva una reducción en las tasas metabólica, respiratoria y fotosintética. Consecuentemente, procesos como la asimilación de sustancias nitrogenadas, la síntesis de proteínas y la captación de potasio y fósforo se vuelven más lentos.
Tolerancia variable al frío según la hortaliza:
La tolerancia a los cambios de temperatura varía entre las distintas hortalizas. Por ejemplo, la lechuga es poco exigente en cuanto a temperatura. Hortalizas como el tomate, la calabacita y el pimiento presentan una tolerancia media. En contraste, la sandía, el melón y el pepino son mucho más sensibles y exigentes respecto a las condiciones térmicas.
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¿Qué pasa con las heladas?
Las hortalizas y verduras cultivadas en climas fríos incluyen acelga, espinaca, brócoli, lechuga, perejil, tomate, alcachofa, repollo, ajo, coliflor, arveja, frijol, habichuela, espárragos, habas y cebolla (larga y de bulbo).
La temperatura es clave para la calidad de la cosecha. Las bajas temperaturas pueden generar estrés por frío en las plantas, afectando su desarrollo óptimo. Este estrés endurece la membrana celular, dificultando la absorción de agua y nutrientes, y ralentizando procesos vitales como el metabolismo y la fotosíntesis.
No todas las hortalizas reaccionan igual al frío: la lechuga es poco exigente, el tomate, la calabacita y el pimiento tienen una tolerancia media, mientras que la sandía, el melón y el pepino son muy sensibles.
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El impacto del frío en los cultivos de hojas verdes
La temperatura es un factor determinante en la producción de hortalizas y verduras, ya que la calidad de la cosecha está intrínsecamente ligada al calor recibido durante el desarrollo del fruto. En climas fríos, destacan cultivos como la acelga, espinaca, brócoli, lechuga, perejil, tomate, alcachofa, repollo, ajo, coliflor, arveja, frijol, habichuela, espárragos, habas y cebolla.
Cuando las temperaturas descienden por debajo del rango ideal, las plantas experimentan estrés por frío. Este fenómeno altera la membrana celular, volviéndola menos permeable. Como consecuencia, la absorción de agua y nutrientes se ve comprometida, lo que a su vez ralentiza el metabolismo, la respiración y la fotosíntesis. Esto significa una menor asimilación de sustancias nitrogenadas, una síntesis de proteínas deficiente y una absorción ineficaz de potasio y fósforo, impactando directamente la calidad del fruto.
La tolerancia al frío varía significativamente entre las especies. La lechuga es bastante resistente, mientras que el tomate, la calabacita y el pimiento muestran una sensibilidad moderada. Por otro lado, la sandía, el melón y el pepino son especialmente vulnerables a las bajas temperaturas.
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