28-03-24 |

Rumbo al verano: Cómo cuidar la huerta del calor

Llega el verano y el patio de casas y departamentos se vuelve el lugar más preciado para pasar tardes y mañanas y dedicarle un tiempo a la huerta. Canteros, envases y macetas, todo espacio vale para animarse a producir alimentos.

Huerteros experimentados y aficionados que recién comienzan se alegran al observar que los días se vuelven más cálidos, debido a que el aumento de las horas con luz solar activa es una fuente de energía indispensable para el crecimiento de las hortalizas de primavera-verano.

En verano, cuando los rayos de sol son muy fuertes, recomendamos armar reparos con ramas, arpillera o mediasombra y aprovechar los espacios de sombra”,

La elección del espacio determina el tipo de planta que se sembrará, pero también permite adaptar la huerta a las posibilidades de cada uno: en este sentido, canteros y envases son una gran alternativa para niños, personas con discapacidad y adultos mayores. “Es mejor utilizar canteros de un metro de ancho y del largo que deseemos, así dejamos caminos no cultivados para acceder a la huerta”. En el caso de los envases, sugirió observar la profundidad para saber qué sembrar.

Si bien esto depende del tamaño final de cada planta, cultivos como achicoria, cilantro, radicheta, rúcula, perejil y ciboulette se adaptan a las macetas jardineras.

En cuanto a especies, el período primavera-verano asegura luz solar y la posibilidad de que crezcan frutales y hortalizas de fruto como zapallos, zapallitos, pepinos, sandías, melones, tomates, berenjenas, pimientos, porotos y maíces. Asimismo, prosperan otras especies como albahaca, acelga, batata y papa.

Cada vez que se realice la siembra, es necesario considerar dos aspectos: por un lado, la profundidad a la que se coloca cada semilla –que debe estar en buen estado y sin humedad– y, por otro lado, la densidad, es decir, la cantidad de semillas utilizada según la superficie de producción disponible.

En general, la profundidad de siembra es de dos a tres veces el tamaño de la semilla. Por su parte, el ajuste de la densidad evita que crezcan muchas plantas en un espacio donde no pueden desarrollarse. Para calcularla, una buena medida es la pizca de sal, ya que cada pizca contiene entre 20 y 30 semillas y se selecciona la cantidad acorde al tipo de contenedor. Las hortalizas necesitan más de ocho horas de sol para un crecimiento saludable.

 “La demanda de intensidad depende del tipo de hortalizas: las de fruto se ubican en la zona más soleada de la huerta, mientras que las de raíz se adaptan a un sector intermedio”, analizó, aunque aclaró: “Si somos exigentes y requerimos una producción de raíces de buen tamaño, debemos ubicarlas en un lugar soleado, bien mullido y abonado”. Con respecto a las de hoja, requieren menos luz y permiten aprovechar áreas con más sombra.Además, recomendó controlar la aparición de malezas al inicio del cultivo para favorecer el desarrollo de las plantas, regar sin inundar y mantener la tierra suelta. A la hora de la cosecha, “todas las verduras de hoja se pueden cortar –sin arrancar– y vuelven a crecer muchas veces, hay plantas de acelga que duran varias temporadas”.

Altas temperaturas

Las altas temperaturas predisponen a la planta a una excesiva transpiración para regular su temperatura metabólica. Esto puede generar efectos negativos sobre las plantas  debido a que dejan de crecer. Además, la falta de agua le puede generar un estrés hídrico.Por esto, las estrategias recomendadas para aplicar en épocas de altas temperaturas en las huertas son: incorporación  de abonos orgánicos que incrementen la capacidad de almacenar agua en el perfil del suelo, uso coberturas de suelo o “mulchs” para impedir la evaporación del agua del suelo y la demanda transpiratoria de la planta  y promover los mecanismos para mantener la eficacia en la absorción de agua.

Estos puede variar desde polietilenos u orgánicos –como restos de paja, de cosecha, del desmalezado, hojas secas– hasta papel diario.

Además, para optimizar el suelo deben realizarse labranzas mínimas: no invertir el pan de tierra y semienterrar los residuos para evitar exponer el suelo desnudo a la deshidratación. En riego debe aumentarse la frecuencia: conviene hacerlo más de una vez  al día con menor volumen de agua muy temprano a la mañana y a la tardecita sin  mojar las hojas ni el cuello de la planta para evitar “el quemado”.

Para un manejo del ambiente deben utilizarse cercos, vivos o inertes  semidensos para favorecer la ventilación y  frenar la velocidad del viento que promueve una excesiva  evaporación y transpiración. Así como media sombra en cultivos desarrollados –no usarlos  en la etapa de plantín–.Si se poseen invernáculos un punto a tener a tener en cuenta es la ventilación. Para esto hay que sacar al exterior el exceso de temperatura y humedad abriendo todas las ventanas. Los más adecuados para esta época son los que poseen el sistema de cenitales ya que permiten una expulsión eficiente del aire caliente en forma natural.Como consejo es muy importante utilizar la técnica de sombreado: uso de medias sombras o ramas y blanqueado –con cal– de la cubierta de polietileno que permiten disminuir la temperatura del ambiente del invernáculo en dos o tres grados. Esto se realiza en  cultivos desarrollados, porque la disminución de luz que implica, si puede alterar el crecimiento en plantines.

En esta línea, los plásticos especiales en la cubierta, que tienen un paquete de aditivos incorporados que los hacen opacos a las radiaciones infrarrojas, producen un efecto térmico, disminuyen la temperatura del ambiente del invernadero por la capacidad de retener el calor que se disipa por la noche.

Es muy importante el control de  la temperatura del día, pero también lo es el de las  temperaturas nocturnas ya que las demasiado altas promueven una excesiva transpiración y actividad metabólica nocturna que limita el crecimiento de la planta: lo que se produce durante el día se metaboliza durante la noche.En las hortalizas de fruto –por ejemplo, tomates– la temperatura  afecta tanto a la vida útil  como el color de los frutos. Es recomendable una temperatura por debajo de 28 ºC porque la formación de pigmentos que le dan origen al color los frutos, se ve afectado por la temperatura.

En condiciones de estrés por calor los frutos formados serán pálidos y disminuirá su vida útil. Si su temperatura es demasiado alta, este tendrá menor firmeza.

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