A finales del siglo XIX, unos caballos asombrosos cautivaron al público en ferias y festividades de Oregón, EE.UU., con sus melenas gigantes ondeando al viento durante sus carreras.
Una leyenda contaba que estos maravillosos equinos provenían de una pequeña manada salvaje que galopaba libremente por las montañas de Oregón. Sin embargo, investigaciones recientes revelan que esta historia era un truco circense para atraer espectadores, y que los caballos eran simplemente cruces entre las razas Clydesdale y Andaluza.
A pesar del engaño, los denominados «maravillosos caballos de Oregón» siguen siendo fascinantes y merecen un lugar destacado en el Libro Guinness de los Récords.
La fotografía adjunta muestra un impresionante ejemplar de pelaje marrón y una espectacular melena clara de longitud aparentemente infinita.
¡Absolutamente! Hay varias razas de caballos conocidas por tener crines y colas largas y abundantes, que a menudo les dan una apariencia majestuosa y elegante. Aquí te presentamos algunos de los más destacados:
«White Wings», un equino que llegó a ser considerado el caballo «más hermoso de todos los tiempos», destacaba por su melena extraordinariamente larga, que alcanzaba los 4,20 metros.

Su cola, con una longitud que llegaba a la sorprendente marca de 5,40 metros, no era menos impresionante.

Este gran ejemplar, para poder tener estas increíbles melenas, los caballos permanecían con las crines trenzadas y recogidas para evitar enredos.

Curiosamente, este tipo de equino presentaba cabellos que solamente se soltaban para las exposiciones en las ferias y circos. Después volvían a cepillarse y trenzarse.

A pesar de su origen natural y la leyenda circense, los caballos levantaban la expectación de las poblaciones que visitaban.

Debido a su fama, los caballos poseían un altísimo valor. Otro caballo de la época fue «Linus», quién fue vendido por la asombrosa cantidad de 30.000 dólares al circo de los hermanos Eaton.

La primera «maravilla» fue esta preciosa yegua que vivía en una pequeña granja de Oregon. Gracias a su cabello se convirtió en la protagonista de un espectáculo de caballos itinerante. La preciosa yegua murió en Coney Island en 1887.

El hijo de «Linus», llamado «Linus II», también heredó las espectaculares y extrañaras crines de su padre.

Como rarezas de su tiempo los caballos fueron obligados a trabajar en ferias y circos, pero debido a su alto valor, sabemos que fueron cuidados con esmero, hasta el fin de sus días.