Estas variaciones indican claramente que los costos de producción tuvieron una aceleración en el primer trimestre del año y sobre todo el último mes por la suba de precios de los concentrados, fertilizantes, agroquímicos y combustibles.
A veces, los números, mirados de manera aislada, parecerían configurar un escenario positivo para la lechería, pero informes del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina y de los Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, muestran que el vaso está mucho más vacío de lo que parece.
La cadena láctea en Argentina se caracteriza por presentar una estructura primaria conformada por unos 8.700 tambos, localizados en las diversas cuencas lácteas, una industria procesadora estratificada, con la presencia de pocas grandes empresas y varios centenares de pequeñas y medianas firmas, y un sector de distribución minorista fuertemente concentrado en pocas y grandes cadenas de hiper y supermercados, la mayor parte de ellas de capitales transnacionales.
Uno de los rasgos centrales de la estructura del sector es la presencia de fuerte heterogeneidad productiva y tecnológica entre los productores primarios y entre las empresas industriales.
Un momento difícil
Desde la Fundación para la Promoción y el Desarrollo de la Cadena Láctea Argentina (FunPel) advirtieron que las industrias, al igual que los productores en los últimos meses, trabajan con márgenes negativos a raíz del retraso de sus ingresos respecto del Índice de Precios al Consumidor.
Puedes leer: Lácteos: importante salto exportador el primer trimestre del 2022
Tras conocerse el índice de mayo del IPC, que arrojó 60.7% en los últimos 12 meses, Gustavo Mozeris, gerente ejecutivo de FunPel explicó que si bien la canasta de lácteos se ubica por encima, se trata de los valores minoristas, mientras los precios mayoristas se ubican por debajo.
«No sólo la producción primaria está teniendo una rentabilidad negativa, sino también la industria», dijo a Campolitoral. Y explicó que en los últimos meses está impactando con fuerza en el aumento de costos industriales el incremento del combustible. Especialmente porque se trata de una logística que requiere tramos muy largos para la recolección de la materia prima. Es «una de las cosas que aumentó a una tasa muy alta en este trimestre», dijo.
Como contrapartida, las usinas encuentran dificultades para recomponer el precio de sus productos por la caída del poder adquisitivo de los consumidores y el control de precios que ejerce el gobierno. «Vemos que vienen aumentando los costos y los precios tienen una dinámica muy particular», sostuvo.
Al respecto aclaró que si bien los alimentos y bebidas, según datos de INDEC, aumentaron alrededor de 64% interanual «y muy parecido está la canasta de lácteos», se trata del valor minorista. A priori pareciera que está por encima de la inflación, pero «en realidad el aumento a nivel mayorista fue del 50%», afirmó. «Esto es uno de los elementos clave de la rentabilidad global de la cadena».
Seguir leyendo: Los tambos que le ganaron a la inflación
Un reciente reporte del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) advierte esto. «El día 16/06 se publicarán los precios mayoristas (salida de fábrica), que seguramente darán un interanual del orden del 50%, es decir unos 15 puntos por debajo de los precios minoristas, y por debajo de la inflación general y del precio de la materia prima leche».
Mozeris también relativizó un dato que incluyó Rabobank en un reciente informe sobre Argentina, en el que se indica la posibilidad de que la cantidad de establecimientos en todo el país perfore, por primera vez, los 10.000. «Es poco probable» dijo el ejecutivo. Y explicó que el último dato de Senasa muestra la existencia de 10.400 tambos. «Nosotros tenemos una tasa de disminución de tambos, promedio, levemente superior al 2% anual; así que pareciera ser difícil», evaluó. «Si hubiera una pérdida grande estaríamos rondando los 10.000, pero difícilmente estaríamos por debajo».
Al respecto mencionó que Senasa viene registrando los establecimientos todos los años y se nota que provincias del norte «no tradicionalmente lecheras» están sumando establecimientos, que ya venían funcionando sin estar registrados. Esto explica, por ejemplo, que en 2020 la cantidad haya crecido en lugar de disminuir. Ese año «Senasa registró en Misiones más de 100 establecimientos que no figuraban y se incorporaron», añadió.