La influencia del frío en el alimento del ganado: Heladas Vs pasturas

Durante la estación invernal, las heladas persistentes, imponen una significativa limitación al crecimiento de las pasturas, un efecto que se ve particularmente exacerbado en campos que han experimentado periodos previos de sequía.

Durante la estación invernal en Córdoba, y en muchas otras regiones de Argentina que comparten su clima templado, las marcadas bajas temperaturas, a menudo acompañadas de heladas persistentes que pueden extenderse por varios días consecutivos, constituyen un factor limitante de gran impacto en el desarrollo y la productividad de las pasturas.

Este efecto restrictivo sobre el crecimiento vegetal se ve significativamente exacerbado en aquellos campos que han atravesado periodos previos de sequía prolongada. La falta de humedad residual en el suelo debilita la capacidad de recuperación de las plantas forrajeras ante el estrés térmico, volviéndolas más susceptibles al daño por congelación y ralentizando aún más su metabolismo y, por ende, su crecimiento.

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La combinación de la escasez hídrica precedente y las rigurosas condiciones invernales no solo disminuye la producción de biomasa forrajera disponible para el ganado, sino que también puede comprometer la calidad nutricional de las pasturas que logran sobrevivir. Las heladas pueden dañar las estructuras celulares de las plantas, liberando compuestos que reducen su palatabilidad y digestibilidad para los animales. Además, el lento crecimiento durante el invierno implica una menor acumulación de reservas energéticas en las raíces y los tallos, lo que puede afectar negativamente el rebrote vigoroso de las pasturas en la primavera siguiente.

Esta situación plantea desafíos importantes para los sistemas ganaderos que dependen del pastoreo como principal fuente de alimentación. La menor disponibilidad de forraje invernal obliga a los productores a recurrir a estrategias de suplementación, como el uso de heno, ensilaje o granos, lo que incrementa los costos de producción. Asimismo, la lenta recuperación de las pasturas en la primavera puede generar un déficit de alimento en un momento crucial para el ciclo productivo del ganado.

Por lo tanto, comprender la interacción entre las bajas temperaturas invernales, las heladas y los efectos residuales de la sequía es fundamental para desarrollar estrategias de manejo de pasturas más resilientes y sostenibles en regiones como Córdoba y otras áreas del país con características agroclimáticas similares. La implementación de prácticas como la selección de especies forrajeras tolerantes al frío y a la sequía, el manejo adecuado del pastoreo para evitar el sobrepastoreo y la promoción de la infiltración y retención de agua en el suelo pueden contribuir a mitigar los impactos negativos de estas condiciones ambientales adversas y asegurar una producción ganadera más estable a lo largo del año.

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La importancia de la pastura, el clima y el ganado

En regiones como cordillera o precordillera de la Patagonia o áreas cuyanas, la presencia de nieve añade una capa adicional de complejidad, dificultando considerablemente el acceso del ganado a su principal fuente de alimento. En este contexto, la implementación estratégica de la suplementación nutricional se vuelve una necesidad imperante. Esta suplementación puede realizarse mediante la provisión de henos de alta calidad nutritiva, seleccionados por su aporte energético y proteico, o a través de la inclusión de granos en la dieta, ajustando las cantidades según las categorías animales y sus requerimientos específicos.

Un desafío adicional que emerge con las heladas invernales en nuestra región es el frecuente congelamiento de las fuentes de agua disponibles para el ganado, conocidas localmente como aguadas. Resulta crucial establecer una rutina de inspección exhaustiva de estos reservorios de agua, identificando y removiendo las capas de hielo que impiden el acceso de los animales a la hidratación. Esta tarea, aunque demandante, es fundamental para garantizar el bienestar y la salud del rodeo durante los meses más fríos.

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Finalmente, ante la disponibilidad de pronósticos meteorológicos confiables que anticipen la llegada de nevadas intensas, periodos de frío extremo prolongado o la escasez crítica de forraje que pueda comprometer seriamente el bienestar animal, se torna una medida preventiva inteligente y responsable considerar el traslado oportuno del ganado hacia zonas geográficas donde las condiciones climáticas sean más benignas y permitan asegurar el acceso a alimento y agua sin las dificultades impuestas por el crudo invierno cordobés. Esta estrategia de gestión proactiva puede marcar una diferencia significativa en la supervivencia y productividad del ganado.

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