Al facilitar el riego, los molinos de viento contribuyeron a la expansión de la agricultura, permitiendo el cultivo de una mayor variedad de productos y el aumento de la producción de cereales.
A mediados del siglo XIX, el vasto y prometedor Oeste norteamericano experimentaba un auge sin precedentes en la agricultura y la ganadería. Sin embargo, este crecimiento se veía severamente limitado por la escasez de agua. La dependencia de las fuentes de agua naturales, a menudo distantes y poco confiables, representaba un obstáculo insalvable para la expansión de la producción.
Estados Unidos, una nación reconocida por su espíritu innovador y su capacidad para desarrollar soluciones tecnológicas, se enfrentó al desafío de encontrar una manera eficiente y económica de acceder al agua subterránea. La respuesta llegó en forma de una invención revolucionaria: el molino de viento para bombeo de agua.
Este ingenioso dispositivo, impulsado por la fuerza del viento, permitía extraer agua de pozos profundos y transportarla a través de extensas redes de tuberías. De esta manera, los agricultores y ganaderos podían independizarse de las fuentes de agua superficiales y asegurar el suministro necesario para sus cultivos y animales.
La adopción masiva de los molinos de viento transformó el paisaje del Oeste norteamericano y sentó las bases para su desarrollo agrícola y ganadero. Gracias a esta innovadora tecnología, regiones áridas y semiáridas se convirtieron en tierras fértiles y productivas, impulsando el crecimiento económico y la expansión de la frontera hacia el oeste.»

La introducción del molino de viento en Argentina marcó un hito en el desarrollo agrícola del país. Si bien la influencia europea había traído tecnologías similares, fue en 1880 cuando Miguel Nicolás Lanús, propietario de una casa importadora de maquinaria rural, en sociedad con Belisario Roldán (padre del poeta), revolucionó el panorama.
Esta sociedad importó directamente desde Estados Unidos el primer molino de viento de diseño moderno. Proveniente de la prestigiosa fábrica de Andrew Corcorán, de Nueva York, este molino de madera había sido galardonado con la medalla de plata en la Exposición Universal de París de 1878, lo que atestigua su calidad e innovación.
La llegada de este molino marcó el inicio de una nueva era en la mecanización del campo argentino. A partir de entonces, los molinos de viento se convirtieron en un elemento característico del paisaje rural, impulsando la producción agrícola y facilitando el acceso al agua en vastas extensiones del territorio.
La historia de los molinos de viento en Argentina, por lo tanto, es un testimonio de la adaptación de tecnologías globales a las necesidades locales, y un reflejo del espíritu emprendedor que caracterizó el desarrollo del país a fines del siglo XIX.
La historia de los molinos de viento en Argentina es un reflejo de la adaptación de tecnologías europeas a las necesidades y condiciones del territorio argentino. Aquí hay un resumen de su origen y desarrollo:
Orígenes y primeras instalaciones:
- Influencia europea:
- Los molinos de viento llegaron a Argentina con los colonizadores europeos, principalmente españoles e italianos, que trajeron consigo sus conocimientos y técnicas agrícolas.
- La necesidad de moler granos, especialmente trigo, para la producción de harina fue un factor clave en la introducción de estos molinos.
- Primeras menciones:
- Los registros históricos indican la existencia de molinos de viento en la región de Buenos Aires desde principios del siglo XVII.
- Estos primeros molinos eran rudimentarios y se utilizaban principalmente para la molienda de granos a pequeña escala.
- Expansión y desarrollo:
- A medida que la agricultura se expandió en la Pampa argentina, la demanda de molinos de viento aumentó.
- Durante el siglo XIX, se construyeron molinos más grandes y eficientes, muchos de ellos importados de Europa o diseñados por inmigrantes europeos.
- Estos molinos se convirtieron en un elemento característico del paisaje rural argentino, especialmente en las provincias productoras de cereales.

El molino Forclaz un ejemplo de estos:
- Uno de los molinos de viento más emblemáticos de Argentina es el Molino Forclaz, ubicado en la Colonia San José, Entre Ríos.
- Construido por inmigrantes suizos a fines del siglo XIX, este molino harinero es un testimonio de la ingeniería y la tecnología de la época.
- El Molino Forclaz es un importante patrimonio histórico y cultural, y un símbolo de la inmigración europea y el desarrollo agrícola en Argentina.
Usos y declive:
- Los molinos de viento se utilizaron principalmente para la molienda de granos, pero también para la extracción de agua para riego y consumo humano.
- Con la llegada de la electricidad y los molinos a motor a principios del siglo XX, los molinos de viento tradicionales comenzaron a caer en desuso.
- Sin embargo, muchos molinos de viento históricos se han conservado como patrimonio cultural y turístico, y algunos se han restaurado y puesto en funcionamiento.