28-03-24 |

La huerta durante el invierno

Existen algunos cultivos de rápido crecimiento que son ideales para aprovechar estas semanas de frío que quedan, mientras vamos planificando la actividad de la próxima temporada.

¡Qué el frío no detenga a ningún huertero! Si bien los meses de invierno lentifican la actividad de la huerta y nos obligan a tomar algunos recaudos especiales, esta época del año es el momento ideal para fortalecer el suelo, hacer algunas podas y empezar a planificar la siembra de primavera.

Por otro lado, es fundamental conocer cuáles son los vegetales que mejor se adaptan a los meses más frescos.

Los riegos se espacian en el tiempo, las plagas permanecen inactivas cuando hace frío y podemos empezar a planificar y preparar semilleros de cultivos de primavera. Las tareas más habituales del huerto de invierno consisten en proteger las hortalizas del frío.  

“La tierra vive ahora tranquilizando su interrogatorio, extendida la piel de su silencio”, escribió Pablo Neruda en su poema Jardín de invierno. A pesar de lo inactivo que pareciera ser el invierno para las huertas, los especialistas del INTA la consideran la estación ideal para realizar ciertas tareas inoportunas para el resto del año. Pautas del Prohuerta, un programa del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación y el INTA para hacer productivo el invierno.

De acuerdo con Alejandra Lara –técnica del Prohuerta del INTA San Martín, del AMBA– el invierno es un momento ideal para cosechar, principalmente, las hortalizas de hoja que se sembrarán a fines del verano, como son las lechugas, escarolas, achicoria, kale, entre otras.

En este sentido, recomendó no cortarlas al ras, es decir, a nivel del cuello de la planta sino, cortar las hojas periféricas y dejar las del centro para que continúen su crecimiento hasta alcanzar el tamaño final según la especie. “Así, –explicó– podemos hacer entre tres y cuatro cortes por planta, lo que nos permitirá lograr un mayor aprovechamiento”.

Con respecto al manejo del agua en esta época, Lara aseguró que deben ser espaciados y siempre abundantes. “Es difícil dar una recomendación en cuanto a la cantidad de agua”, reconoció al tiempo que aseguró que no hay una medida exacta, ya que depende de varios factores como son el tipo de suelo o sustrato utilizado, el tamaño y material del contenedor, el tamaño de planta y el momento de su ciclo, exposición al sol y al viento, entre otros.

“Al momento de regar, se debe tener en cuenta que la provisión de agua tiene que ser abundante para que llegue a toda la masa radicular, además de las raíces más superficiales”, aconsejó.

Y, a pesar de lo que se cree habitualmente, el momento de riego es más importante que en la época estival, ya que, al regar en horas de poca insolación, el agua queda retenida en el suelo o sustrato, minimizando su pérdida por evaporación (economía del agua) y estando más disponible para las plantas.

Con respecto a la fertilización de los suelos, Lara aseguró que el abonado es otra instancia importante y es una tarea que se debe realizar de manera constante en las huertas. A medida que transcurre su ciclo de vida, las plantas extraen del suelo los nutrientes que necesitan en cantidad y variedad.

En esta línea, la investigadora destacó la importancia de recuperar los nutrientes que las plantas se llevan al ser cosechadas, a fin de evitar que los suelos se agoten a lo largo del tiempo.

El invierno es un momento ideal para cosechar las hortalizas de hoja como lechugas, escarolas, achicoria, kale, entre otras.

Para ello, Lara recomendó realizar un descanso de los suelos por unos meses, o bien con el abonado. En este último caso, aconsejó utilizar abono compuesto o humus de lombriz, dado que ambos se elaboran a partir de restos orgánicos de origen domiciliario.

En cuanto la siembra, la especialista del INTA San Martín remarcó que, si bien es cierto que la mayoría de las hortalizas de esta estación se siembran a fines del verano y principios del otoño, aún estamos a tiempo de sembrar una última tanda. Entre ellas, zanahoria, rúcula, remolacha, perejil, radicheta, rabanito, puerro, lechuga, habas, arvejas, acelga y espinaca.

Asimismo, recordó que en invierno se inicia con la siembra de especies de primavera-verano tales como el pimiento –en julio, agosto y septiembre–, el tomate, la albahaca y la berenjena –en agosto, septiembre y octubre–, entre otros.

Por último, con respecto a la poda, Lara aconsejó ocuparse de los frutales de carozo y pepita como el duraznero, ciruelo, manzano, peral y membrillo. “Con esta práctica, mejoramos la entrada de luz a la copa del árbol y, por lo tanto, su productividad”, explicó.

Con respecto a los cítricos, tales como limonero, naranjo, mandarino o kumqua, la poda no es una práctica habitual. “No es recomendable realizarla, excepto en aquellos casos en los que tengan ramas quebradas o enfermas que necesiten su remoción”, indicó.

De la misma manera, si se está en presencia de una planta de varios años con una copa muy cerrada, se aconseja eliminar algunas ramas como forma de abrir la copa, para permitir la entrada de luz.

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