El plato se calienta, tras varios días dónde estuvo paralizado todo el complejo agroexportador, «la economía argentina no puede darse estos lujos», y la planificación para lo que se viene, el optimismo del productor no es del todo bueno.
Una política de estabilidad macroeconómica debe estar acompañada de un programa de desarrollo económico a través de estímulos e incentivos que promuevan la inversión productiva que permitan a nuestro país superar la profunda crisis que atraviesa. El sector agroindustrial puede constituirse en el pilar de la recuperación de la economía argentina y del tránsito hacia una sociedad más sostenible. De todas maneras, distintas factores influyen en los últimos tiempos para hacer tambalear a los principales productores, incluso, condicionando los proyectos y planificaciones en el plano agro-ganadero en lo que resta de este 2022.
Vale destacar la problemática actual, donde la crisis estalló en plena cosecha 2021-2022 del agro argentino, empujada por al aumento del valor del combustible bajo influencia de la disparada de los precios internacionales tras la invasión rusa de Ucrania.
De acuerdo a la la conclusión del último informe elaborado por CREA, los productores agropecuarios no se sienten en el mejor escenario marco para hacer negocios, pero continúan concretando inversiones como refugio de valor ante la incertidumbre que plantea el actual contexto económico.
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En números, un 65% de los 1.158 integrantes de la red CREA consultados manifestó que prevé que en el próximo año la situación económica del país sea peor que en la actualidad, mientras que otro 30% indicó que no espera cambios al respecto.
En tanto un 44% afirmó que «cree que es un buen momento para realizar inversiones». Sin embargo, «la mayor parte de esas decisiones de inversión, ya sean concretadas o programadas, no estarían fundadas en un cambio de expectativas, sino en la necesidad de proteger el capital propio frente a la creciente desvalorización del peso argentino».
Según señala el documento, «una de cada seis hectáreas que se planifica sembrar en el presente invierno se hará con un cultivo que no tiene como finalidad la cosecha, sino con el foco puesta en la sustentabilidad y la rotación». Y agrega: “La siembra de trigo registraría un descenso relativo (60% respecto al 66% del año pasado) debido a que las condiciones comerciales presentes en el mercado del cereal no son las ideales a causa de la intervención oficial y a la consiguiente incertidumbre respecto al mercado de este cereal. De todas maneras, en términos nominales el área de trigo se mantiene estable”.
En lo que respecta al negocio ganadero, según la encuesta de CREA, tal como viene sucediendo desde fines del año pasado, más de la mitad de los ganaderos consultados proyecta aumentar el stock de vientres en un contexto en el cual esa categoría de hacienda opera como reserva de valor frente a un contexto inestable.
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Concretamente, los planteos ganaderos de cría proyectan destetar en promedio un 2,4% más de terneros que en 2021, lo que representa un importante logro, pues muchas regiones resultaron afectadas en los últimos meses por sequías e incendios.
En cuanto a la invernada, la encuesta reveló que, en promedio, la duración media de la terminación de vacunos en marzo pasado fue estimada en 13,2 meses, mientras que un año atrás era de 10,9 meses. Eso porque los sistemas se están tornando más pastoriles como estrategia defensiva frente al aumento generalizado de costos de producción.
Por último, en lo que se refiere a la lechería, aun cuando dos de cada tres encuestados indicó que sufrió sequía como adversidad climática en el último ciclo, se espera un aumento en la producción de leche en los próximos cuatro meses a causa principalmente de un aumento de la cantidad de vacas en ordeñe