La mayoría de los caminos rurales en Argentina están en pésimo estado

La movilidad de los productores rurales se ve gravemente obstaculizada en todo el país debido a la reiterada falta de obras y mantenimiento en los caminos principales de estas zonas.

A lo largo de toda la Argentina, desde las fértiles tierras del Litoral hasta las del Cuyo, y extendiéndose desde la Patagonia hasta el norte, las múltiples regiones agrícolas productivas se enfrentan a un desafío cada vez mayor: la infraestructura vial rural deficiente. Esta situación se agrava particularmente durante las épocas de lluvia, exponiendo la carencia de caminos y rutas apropiadas en las cercanías de los campos.

Los caminos rurales, esenciales para el transporte de la producción agrícola y ganadera, la maquinaria, y la circulación de residentes y trabajadores del campo, se hallan en un estado precario. Esta carencia constituye una de las principales necesidades insatisfechas del sector agropecuario, producto de la ineficacia y la gestión inadecuada de las administraciones municipales y provinciales.

La situación es preocupante: el 65% de los caminos rurales presenta algún tipo de dificultad que dificulta el tránsito de camiones, un factor fundamental para la correcta operación del traslado de la producción.

Las pérdidas económicas calculadas son considerables, alcanzando millones de pesos en el sector ganadero y ascendiendo a 900 millones de dólares en el ámbito agrario en el último tiempo. Los productores regionales son quienes padecen las mayores consecuencias de este problema recurrente en cada provincia.

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Una encuesta realizada a productores agropecuarios en Argentina expone un marcado descontento con el estado de los caminos rurales, atribuyendo casi por completo su significativo deterioro a la gestión de los gobiernos provinciales y municipales.

El sondeo, que involucró a 916 empresarios o responsables de establecimientos agropecuarios de diversos tamaños, principalmente en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Entre Ríos, arrojó las siguientes conclusiones principales:

Un 60% de los encuestados calificó el estado de los caminos rurales de su zona como «malo» (24.3%) o «muy malo» (35.7%). En contraste, solo un 15.2% los evaluó como «bueno» (11.6%) o «muy bueno» (3.6%). El mayor nivel de insatisfacción se registró en la provincia de Buenos Aires, donde alcanzó el 65%, mientras que en el resto de la región pampeana esta cifra se situó en el 48%.

Otro dato relevante fue el consenso casi unánime (88.1%) entre los productores al señalar la mala gestión estatal como la principal causa del deficiente estado de los caminos rurales. Solo un 10% consideró que la «falta de recursos» era el motivo principal.

La encuesta también indagó sobre los principales problemas municipales o comunales que influyen en la condición de los caminos. Un 77.2% mencionó la «falta de mantenimiento»; un 36.7% indicó que los caminos están «debajo de la cota»; un 34.1% observó «cunetas sucias»; un 33.7% señaló la «falta de alcantarillas»; un 32.4% reportó «inundación o encharcamiento»; y un 17.9% respondió «erosión».

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La importancia de los caminos rurales para el campo argentino

Los caminos rurales, arterias vitales que irrigan la actividad del sector agropecuario, desempeñan un papel fundamental en el traslado eficiente de la producción agrícola y ganadera hacia los centros de procesamiento y comercialización. No se limitan a esto, sino que también facilitan el movimiento crucial de la maquinaria agrícola, insumos esenciales y, de manera igualmente importante, la circulación diaria de los residentes y trabajadores que sostienen la vida y la economía del campo.

Sin embargo, una realidad palpable y preocupante es el estado precario en el que se encuentra una porción significativa de esta infraestructura vial. Este deterioro, que se manifiesta en la presencia de baches, calzadas irregulares, falta de mantenimiento y, en ocasiones, la intransitabilidad ante condiciones climáticas adversas, representa una de las principales necesidades insatisfechas que aquejan al sector agropecuario.

Esta situación deficitaria no surge de manera espontánea, sino que es, en gran medida, consecuencia de una gestión ineficaz y, en muchos casos, inadecuada por parte de las administraciones municipales y provinciales. La falta de planificación a largo plazo, la asignación insuficiente de recursos, la ejecución deficiente de las obras de mantenimiento y mejora, y la ausencia de una visión estratégica para el desarrollo de la infraestructura rural contribuyen significativamente a este problema persistente.

Las implicaciones de esta carencia son vastas y perjudiciales. Los costos de transporte se elevan debido al mayor desgaste de los vehículos, al incremento en el consumo de combustible y a los tiempos de viaje prolongados. La calidad de los productos agrícolas y ganaderos puede verse comprometida por las dificultades en el traslado oportuno, especialmente en el caso de productos perecederos. Además, el acceso a servicios básicos como la salud y la educación para los habitantes de las zonas rurales se ve obstaculizado, afectando su calidad de vida y generando un sentimiento de aislamiento. En última instancia, la competitividad del sector agropecuario en su conjunto se ve erosionada, limitando su potencial de crecimiento y su contribución a la economía regional y nacional.

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