Para garantizar la producción de alimentos, los agricultores recurren a los insecticidas. Sin embargo, es fundamental encontrar un equilibrio entre el control de plagas y la preservación del medio ambiente.
La práctica de rociar grandes cantidades de insecticidas en los cultivos tiene consecuencias devastadoras. Además de matar a insectos polinizadores esenciales para la agricultura, estos químicos contaminan el medio ambiente a largo plazo, dañando suelos y cuerpos de agua y afectando la salud de los ecosistemas.
Investigadores de las universidades de Bath y Sussex han revolucionado el control de plagas en la agricultura. Su innovadora propuesta consiste en utilizar trampas con insecticida en áreas específicas, lo que disminuye significativamente la cantidad de químicos utilizados en los cultivos.
Las feromonas, las sustancias químicas que las hormigas utilizan para comunicarse, se han convertido en un arma de doble filo. Los científicos han logrado aprovechar este sistema de comunicación para atraer a las devastadoras hormigas cortadoras de hojas hacia trampas con insecticida. Al imitar las señales que las hormigas usan para encontrar alimento, los investigadores han creado un cebo irresistible, conduciéndolas a su destrucción.
Las hormigas cortadoras de hojas representan una grave amenaza económica y ambiental para los cultivos tropicales. Estas plagas generan pérdidas millonarias en la agricultura y la silvicultura, con gastos de millones de dólares anuales que afectan a la producción de eucalipto en Brasil. Además, el uso indiscriminado de pesticidas agrava el problema, contaminando el entorno y dañando la biodiversidad.
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Las feromonas podrían ser la solución
Mediante el uso de estructuras organometálicas, los científicos han creado un nuevo método para combatir plagas de hormigas cortadoras. Estas esponjas moleculares actúan como señuelos, atrayendo a las hormigas hacia trampas gracias a la liberación controlada de feromonas de alarma. Al modificar la estructura química de estas feromonas, se ha logrado prolongar su efectividad.
Tradicionalmente, las feromonas de insectos se han utilizado como atrayentes de plagas, pero su volatilidad limita su efectividad. El profesor Andrew Burrows y su equipo de la Universidad de Bath han desarrollado estructuras organometálicas porosas que actúan como reservorios para estas feromonas. Al encapsularlas en estos materiales, las feromonas se liberan de forma gradual, prolongando su capacidad para atraer a los insectos plaga.
En los últimos 4 años, los experimentos realizados en plantaciones de eucaliptos brasileños demostraron que las hormigas se sienten atraídas por los MOF cargados de feromonas, lo que sugiere que esta tecnología podría ser efectiva para su control.
Burrows afirma que este sistema podría disminuir significativamente el uso de pesticidas en los cultivos, especialmente en aquellos de alto valor y pequeña escala. Además, están investigando otros compuestos químicos que imitan las feromonas de los insectos, con el objetivo de controlar plagas como las polillas en huertos frutales del Reino Unido.
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