Consecuencias del cambio climático en la agricultura argentina

El impacto del clima en la producción agropecuaria del país se ha vuelto un verdadero desafío dentro del corredor productivo, teniendo su impacto directo en los cultivos de soja, maíz, trigo y cebaba.

El cambio climático está generando una serie de consecuencias significativas para la agricultura en Argentina, uno de los principales sectores económicos del país. Estas consecuencias se manifiestan a través de diversos fenómenos que afectan la producción, la rentabilidad y la sostenibilidad del sector. La región Pampeana agricola y la zona núcleo, vienen de varios años donde el impacto de la sequía, olas de calor o excesos hídricos en algunos casos, ha dificultado las actividades ganaderas y agropecuarias.

El impacto creciente y cada vez más impredecible del clima se ha consolidado como un desafío de primer orden para la producción agropecuaria argentina, especialmente dentro del núcleo productivo que abarca las regiones más fértiles del país, conocido como el corredor productivo que engloba a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Córdoba y áreas de La Pampa. Esta influencia climática adversa ejerce una presión directa y significativa sobre la rentabilidad y la estabilidad de cultivos fundamentales para la economía nacional y la seguridad alimentaria global, tales como la soja, el maíz, el trigo y la cebada.

Las alteraciones en los patrones climáticos, exacerbadas por el cambio global, se manifiestan en la región productiva a través de una variedad de fenómenos que afectan negativamente los ciclos de siembra, desarrollo y cosecha. Entre ellos, destacan:

  • Sequías prolongadas e intensas: La escasez hídrica durante etapas cruciales del crecimiento de los cultivos puede reducir drásticamente los rendimientos, comprometiendo la producción total y la calidad de los granos.
  • Lluvias torrenciales e inundaciones: Eventos de precipitación extrema pueden anegar campos, dañar la infraestructura rural, lavar nutrientes del suelo y provocar pérdidas significativas en las cosechas.
  • Olas de calor: Las temperaturas elevadas, especialmente durante la floración y el llenado de granos, pueden generar estrés térmico en las plantas, afectando su capacidad de producir y disminuyendo la calidad de los granos.
  • Heladas tardías o tempranas: Eventos de frío inusuales fuera de la temporada invernal pueden dañar los brotes jóvenes o los granos en formación, ocasionando pérdidas parciales o totales de la producción.
  • Aumento de la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos: Tormentas severas con granizo, vientos fuertes y otros fenómenos meteorológicos pueden causar daños físicos directos a los cultivos, afectando su rendimiento y calidad.

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Las consecuencias de estos eventos climáticos adversos trascienden la mera disminución de la producción. Impactan directamente en la economía de los productores, generando incertidumbre y volatilidad en los mercados. Además, pueden tener efectos en la cadena de valor agroindustrial, afectando a sectores como el transporte, el procesamiento y la exportación. La seguridad alimentaria también se ve amenazada por la reducción en la disponibilidad de granos básicos.

A continuación, se detallan algunas de las principales implicaciones:

1. Alteraciones en los patrones de precipitación:

  • Aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos: Se observa un incremento en las lluvias torrenciales que pueden causar inundaciones, erosión del suelo y pérdidas de cultivos.
  • Prolongación de sequías: Regiones que históricamente no sufrían escasez hídrica ahora experimentan períodos secos más extensos e intensos, afectando la disponibilidad de agua para riego y el desarrollo de los cultivos.
  • Distribución irregular de las lluvias: Cambios en la estacionalidad y la distribución geográfica de las precipitaciones alteran los ciclos de siembra y cosecha, y aumentan la incertidumbre para los productores.

2. Aumento de las temperaturas:

  • Estrés térmico en cultivos y ganado: Las altas temperaturas pueden afectar el desarrollo fisiológico de los cultivos, reduciendo rendimientos y la calidad de los productos. En el ganado, el estrés térmico disminuye la producción de leche y carne, y aumenta la susceptibilidad a enfermedades.
  • Expansión de plagas y enfermedades: Las condiciones climáticas más cálidas y húmedas favorecen la proliferación de insectos, malezas y enfermedades que pueden dañar los cultivos y requerir un mayor uso de agroquímicos.
  • Adelanto de etapas fenológicas: El aumento de las temperaturas puede adelantar la floración y maduración de los cultivos, lo que puede no coincidir con las condiciones óptimas de polinización o generar problemas de calidad.

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3. Mayor incidencia de eventos climáticos extremos:

  • Olas de calor: Pueden causar pérdidas directas en cultivos y ganado, además de aumentar la demanda de agua para riego.
  • Heladas tardías o tempranas: Eventos fuera de temporada pueden dañar cultivos sensibles en etapas críticas de su desarrollo.
  • Tormentas severas con granizo: Pueden ocasionar daños significativos en hojas, tallos y frutos, reduciendo la producción.

4. Impactos en los suelos:

  • Erosión: Las lluvias intensas y la falta de cobertura vegetal aumentan la erosión hídrica y eólica, degradando la calidad del suelo y reduciendo su fertilidad.
  • Salinización: En algunas regiones, la mayor evaporación y el uso de aguas de riego de baja calidad pueden llevar a la acumulación de sales en el suelo, dificultando el crecimiento de los cultivos.
  • Pérdida de materia orgánica: Las altas temperaturas pueden acelerar la descomposición de la materia orgánica del suelo, afectando su estructura y capacidad de retención de agua y nutrientes.

5. Consecuencias económicas y sociales:

  • Reducción de rendimientos y pérdidas de producción: Los eventos climáticos adversos pueden disminuir significativamente las cosechas, afectando los ingresos de los productores y la disponibilidad de alimentos.
  • Aumento de costos de producción: La necesidad de adaptarse a nuevas condiciones climáticas puede requerir inversiones en sistemas de riego más eficientes, variedades resistentes, seguros agrícolas y otras tecnologías.
  • Impacto en las exportaciones: Argentina es un importante exportador de productos agrícolas, por lo que la disminución de la producción puede afectar la balanza comercial y los ingresos de divisas.
  • Migración y desarraigo: En algunas zonas rurales, la degradación de las tierras y la disminución de la productividad agrícola pueden generar migraciones hacia centros urbanos.

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Ejemplos concretos:

  • La sequía histórica de 2022/2023 causó pérdidas multimillonarias en la producción de soja, maíz y trigo, impactando significativamente el PBI del país y las exportaciones.
  • El aumento de las temperaturas en la región pampeana podría desplazar la zona óptima para el cultivo de trigo hacia el sur.
  • Las inundaciones recurrentes en el noreste argentino afectan la producción de arroz y otros cultivos, además de generar pérdidas de infraestructura rural.

Para mitigar estas consecuencias, es crucial implementar estrategias de adaptación que incluyan prácticas de agricultura climáticamente inteligente, desarrollo de variedades resistentes al estrés hídrico y térmico, sistemas de alerta temprana, gestión eficiente del agua y seguros agrícolas. Además, es fundamental abordar las causas del cambio climático a través de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

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