La baja de producción argentina es aún más curioso considerando un mercado de biodiesel a nivel global que no detiene su crecimiento.
En la Argentina, el biodiesel es producido exclusivamente a partir del cultivo de soja (Glycine max) como materia prima. En rigor de verdad, el principal insumo en la fabricación de este biocombustible en el país es el aceite de soja.
La industria del biodiesel ha sido una de las actividades económicas con mejor desempeño relativo durante los últimos años en Argentina, ya que a partir del año 2007 surge como un sector totalmente nuevo que agrega un eslabón adicional de valor a la cadena productiva soja/harina-aceite de soja, fortaleciendo el desarrollo productivo del país. Para que ello fuera posible, la capacidad productiva de la industria aceitera se había expandido notoriamente desde los 90 y, fundamentalmente, durante los años 2000.
La industria de biodiesel en la República Argentina cuenta en la actualidad (setiembre del 2017) con 37 fábricas, la cuales registran una capacidad de producción anual conjunta de aproximadamente 4.400.000 toneladas/año (Cuadro N°1). El relevamiento fue realizado por la Bolsa de Comercio de Rosario junto con la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno en base a informes del Ministerio de Energía y Minería de la Nación y consultas realizadas a empresas del sector.
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A pesar de incertidumbres y amenazas, la economía mundial avanza progresivamente en su recuperación luego de la fuerte crisis del 2020. Por ello, la movilidad de vehículos sigue creciendo y en una amplia mayoría de países ya se encuentra por encima de los niveles prepandemia. «Esta recuperación económica se ve atravesada por nuevos paradigmas sobre la sustentabilidad de los sistemas de transporte, en un marco de políticas para mitigar los efectos del calentamiento global», así lo destaca el último informe de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos.
Tanto la movilidad vehicular, así como las políticas de sustentabilidad, dan más impulso a los biocombustibles en diversos rincones del mundo, con especial énfasis sobre el biodiesel. No conforme con ello, la escalada del conflicto ruso-ucraniano ejerce fuertes subas sobre los precios de los combustibles fósiles, lo que trajo un nuevo impulso para ampliar el uso de biocombustibles en pos de mitigar estas fuertes subas de los precios del petróleo.
Estos factores han llevado a la producción de biodiesel a romper récords productivos año tras año a nivel mundial y en los principales participantes del mercado. Con este contexto, nuestro país será el único de los grandes productores de biodiesel con una fuerte baja en su producción para los últimos cinco años, de acuerdo con el último balance mundial de biodiesel de Oil World. La producción de biodiesel estimada para 2022 se encuentra más de un 17% por debajo del promedio del lustro 2017-2021.
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La baja de producción argentina es aún más curioso considerando un mercado de biodiesel a nivel global que no detiene su crecimiento. Las industrias de biodiesel a lo largo y ancho del mundo esperan producir cerca de 48 millones de toneladas este año. Este récord se ubica casi un 31% por encima de la producción global del año 2017. Cabe destacar que, si bien nuestro país es el único de los grandes productores que ve una fuerte baja productiva en el último lustro, esto no quita que algunos países con pequeñas industrias de biodiesel, que en conjunto representan menos del 9% de la producción mundial, puedan haber mostrado mermas en sus producciones, como los casos de Malasia o el Reino Unido.
Si bien la industria del biodiesel ha profundizado su inserción externa frente a este desalentador contexto interno, la cuota de exportación de la Unión Europea para el biodiesel argentino totaliza 1,2 Mt. Esta cuota de exportación, cumplida cómodamente en 2021 y con altas probabilidades de volver a ser completada este año, da un techo al volumen exportado en tanto no se abran nuevos destinos de exportación, lo que limita el potencial marco de producción e inversiones para el biodiesel a nivel nacional.
Dos trayectorias divergentes: Brasil y Argentina
Tanto en Brasil como en Argentina el porcentaje de corte obligatorio fue reducido recientemente. Sin embargo, en nuestro principal socio comercial pasó del 13% al 10% sobre el total del consumo de gasoil, mientras en Argentina el recorte fue desde el 10 al 5%, con la nueva ley incluyendo la posibilidad de disminuir el corte hasta el 3%, lo que representó un golpe muy fuerte para la industria argentina.
Más allá de la coyuntura reciente, en los últimos años Brasil mostró un sostenido crecimiento de su industria del biodiesel, con su producción apuntalada año tras año. En este sentido, de cumplirse el pronóstico bajista para el 2022, el corriente sería el único año con caídas en la producción del biodiesel brasilero desde que la industria fue establecida en 2006. De hecho, el alza de capacidad instalada de los últimos años se explica en un incremento del acervo de capital a un ritmo más elevado que la propia producción, lo que muestra el buen esquema que se plantea para el sector.
El periplo de la producción de biodiesel en Argentina es divergente. Entre el año 2010 y 2015 se alcanza un incremento importante de la capacidad instalada de la industria de biodiesel, ante las buenas perspectivas para la actividad y el marco regulatorio establecido en 2006 que favorecía al desarrollo de este agregado de valor en la cadena de soja.
En cuanto a la repuesta de la producción a estas inversiones, en un primer momento fue conducente ante el crecimiento de la demanda interna por las ventas al corte obligatorio sumado a un mercado exportador que también crecía. No obstante, a partir de 2013 la producción encontró límites debido a que mercados importadores comenzaron a limitar la compra de biodiesel argentino, mientras que las ventas al corte interno mostraban un paulatino crecimiento acorde al crecimiento económico.
En este contexto de limitaciones de los mercados externos, hacia el año 2015 se alcanzó un pico de capacidad ociosa del 60,6% que se logró reducir a un mínimo de 33,2% en 2017. En dicho año, se obtuvo un récord producción ante la reapertura de mercados importadores y la fuerte demanda interna por el dinamismo de la actividad económica local y de consumo de combustibles. A partir de aquí, nuevamente cae la producción ante las menores exportaciones entre 2018 y 2019 aumentando nuevamente la capacidad ociosa de la industria y alcanzando en 2020 un pico histórico con el 71,8% respectivamente. En el año de la pandemia, se destacó el menor consumo local y extranjero de combustibles, sumado a la falta de actualización de los precios internos y cumplimiento de cortes obligatorios, siendo estos factores lo que llevaron la producción a mínimos históricos. Con el año 2021, recuperando parcialmente la producción y la utilización de la capacidad instalada ante el dinamismo del sector externo ya que a nivel local las ventas al corte se ubicaron en solo 0,43 Mt, es decir, un mínimo desde al menos el año 2010.
Como se ha destacado en más de una oportunidad en este Informativo Semanal, los múltiples y recurrentes cambios regulatorios sobre la industria del biodiesel son factores importantes en los altibajos productivos del sector. A contramano de múltiples esquemas de promoción que se vienen observando a nivel global, la baja reciente de los cortes con biocombustibles complica múltiples aspectos de la economía nacional. Una ampliación potencial del porcentaje de corte redundaría en una menor huella de carbono de la Argentina, en línea con lo suscripto en el Acuerdo de Escazú y el Acuerdo de Paris.
Asimismo, las importaciones de combustibles en marzo se triplicaron a nivel interanual, y ya totalizan casi US$ 900 millones. Una ampliación de los cortes llevaría a una menor necesidad de importación de energía, ahorrando divisas en un momento complejo para las reservas del BCRA y un menguante superávit comercial. Finalmente, es menester destacar que un mayor consumo doméstico de biocombustibles en Argentina redundaría en más trabajo, más producción y más agregado de valor a nivel federal, considerando que la capacidad instalada de las industrias se reparte a lo largo y ancho de nuestro país.