«Las plantas están marchitas, el 60% está muerto, las pérdidas son millonarias y seguimos cayendo, todavía no tocamos fondo. La situación es de desastre total», resume para la AFP Orlando Stvass, vicepresidente de la Cooperativa Agrícola Liebig.
Pero el telón de fondo de esta pulseada es la caída de la producción por la sequía y los incendios en Misiones y Corrientes. Se estima que «la producción de yerba caerá entre 30 y 40% este año, lo que impactará en los precios», advierten desde una industria de consumo masivo, con varias marcas de esta categoría en las góndolas.
El golpe a los productores llegará al consumidor recién en 2023 porque la yerba mate requiere unos 10 meses de estacionamiento previo a su envasado. «El stock de este año está asegurado, después faltará yerba», alerta Stvass. Argentina es líder en exportación y segundo en producción detrás de Brasil que junto con Paraguay conforman los tres principales abastecedores.
La yerba mate requiere suelos ricos en hierro y clima subtropical sin estación seca. Pero en la zona productora argentina hace más de tres meses que no llueve, las temperaturas son inusualmente altas y se vive bajo amenaza de los incendios que arrasaron 10% de la superficie de Corrientes. La región soporta la peor sequía desde 1944. «
El vicepresidente de la Cooperativa Agrícola Liebig, productora de la marca «Playadito», estimó que la producción total de la yerba mate en Argentina tendrá una merma del 30% y aseguró que la situación «es de desastre total».
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La sequía pone en jaque la producción de yerba mate en Argentina. En Colonia Liebig, noreste de Argentina, sus más de 4.000 habitantes dependen de la cooperativa agrícola de yerba mate fundada un siglo atrás por colonos alemanes, pero la sequía mató a sus yerbales y tras batir récords productivos en 2021 se avecina un desplome.
«Las plantas están marchitas, el 60% está muerto, las pérdidas son millonarias y seguimos cayendo, todavía no tocamos fondo. La situación es de desastre total», resume para la AFP Orlando Stvass, vicepresidente de la Cooperativa Agrícola Liebig, productora de la marca Playadito, una de las marcas líder en ventas.
En los yerbales de Colonia Liebig las plantas, usualmente de un verde profundo, son un mar marrón de arbustos secos. «Se quemaron como en un horno», refiere el ingeniero agrónomo Alberto Müller mientras recorre la plantación para mensurar daños. Liebig, en el norte de Corrientes, conforma junto a la provincia de Misiones la única región argentina apta para el cultivo de yerba mate con cuyas hojas se prepara la tradicional infusión y se exporta a Siria, China, Chile, Líbano, Estados Unidos y España, entre otros destinos.
El golpe a los productores llegará al consumidor recién en 2023 porque la yerba mate requiere unos 10 meses de estacionamiento previo a su envasado. «El stock de este año está asegurado, después faltará yerba», alerta Stvass. Argentina es líder en exportación y segundo en producción detrás de Brasil que junto con Paraguay conforman los tres principales abastecedores.
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La yerba mate requiere suelos ricos en hierro y clima subtropical sin estación seca. Pero en la zona productora argentina hace más de tres meses que no llueve, las temperaturas son inusualmente altas y se vive bajo amenaza de los incendios que arrasaron 10% de la superficie de Corrientes. La región soporta la peor sequía desde 1944. «Venimos con un déficit hídrico importante acentuado en los últimos tres meses por altas temperaturas de hasta 45 grados centígrados, 4 o 5 grados por encima de la media», explica Müller.
Cada abril empieza el pico de la cosecha, pero este año no hay hojas en Liebig para recolectar. «Todavía no podemos medir la magnitud del problema social. El 90% de la cosecha se hace manualmente y esa gente va a quedar sin trabajo. No sé qué vamos a hacer», dice Stvass. Sólo en Liebig involucra a un millar de trabajadores en forma directa, pero otros miles serán afectados. «Va a ser un problema social terrible», remarca Svatss al recordar que Liebig «se ufana de tener ocupación plena» en un país donde el desempleo llega casi a 10%.
Pérdidas millonarias
«La sequía arruinó una década de investigación y desarrollo, el tiempo que le toma a la planta alcanzar su máximo productivo», apunta Müller. En Liebig «los lotes están secos y perdieron todas sus hojas. La mayoría de las plantas están muertas, ya no las recuperamos con lluvia», reporta Müller. La sequía compromete además la recolección de semillas y el ‘blend’ (la mezcla) de cada productor.
La producción argentina tuvo en 2021 el mejor rendimiento de los últimos cinco años con un récord de 882 millones de kilos, un salto del 8,5% respecto a 2020 y de casi 28% respecto a 2017.»Esperamos que ese colchón suavice la caída», se esperanza Stvass.
En los últimos dos años Argentina importó yerba de Brasil para satisfacer la creciente demanda interna y mantener su expansión internacional, principalmente en países árabes donde la infusión ingresó llevada por el retorno de inmigrantes sirios que habían venido a Argentina en el siglo pasado. «Para este año podemos tener una merma del 30% en la producción total de yerba mate en Argentina, eso es algo importantísimo y va a ser trasladado a precios», vaticinó Stvass.
Los argentinos consumen unos 6 kilos de yerba por año por persona para preparar esta infusión presente en el 90% de los hogares, según el Instituto Nacional de la Yerba Mate. «El mate para mí es cosa de todos los días, en el desayuno, en la merienda y después de la cena, no me falta nunca», dice Agustín Litwin, un estudiante de 20 años preocupado por el efecto que la sequía traerá en los precios de su marca favorita. Estimaciones preliminares cifran las pérdidas en 4.000 millones de pesos (unos 35 millones de dólares).»Llevamos desde el 15 de noviembre sin una gota de agua y no sabemos cuánto más va a seguir. Esto todavía no termina», advierte Stvass.