Para optimizar el control de plagas en sistemas de siembra directa, la Red de Manejo de Plagas de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) comparte información clave y recomendaciones prácticas basadas en su experiencia y conocimientos.
A través de sus investigaciones y el intercambio de experiencias entre productores, los especialistas ofrecen una guía valiosa para implementar estrategias de manejo integrado que permitan minimizar el impacto de las plagas de manera eficiente y sostenible.
El gusano blanco, cuyo principal representante es el «bicho torito» (Diloboderus abderus), se alimenta de cultivos como trigo, cebada, arveja, lenteja e incluso colza. Los adultos emergen en diciembre, y la puesta de huevos ocurre entre enero y marzo. Las larvas eclosionan aproximadamente a los 15 días y permanecen en el suelo hasta octubre o noviembre, momento en que entran en la fase de pupa.
La etapa larval es la que causa el daño al alimentarse de semillas, raíces y plántulas. Los síntomas incluyen marchitamiento, secado y disminución en la densidad de plántulas, lo que resulta en parches de suelo desnudo que impactan negativamente el rendimiento y favorecen el crecimiento de malezas. La presencia de pequeños montículos de tierra en el campo es el primer signo de su ataque.
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Este gusano blanco se distingue de otras especies por su mayor tamaño, alcanzando los 5 cm de longitud frente a los 3.5 cm de las demás. Su cabeza, de color marrón rojizo, contrasta con el castaño claro observado en otras especies. Además, el ancho de su cabeza es comparable al del cuerpo, a diferencia de las otras especies donde la cabeza es más estrecha.
El monitoreo se realiza mediante la excavación de 10 pozos de 50 cm x 50 cm y 30 cm de profundidad, distribuidos estratégicamente en lotes de más de 30 hectáreas (para lotes menores, se ajusta el número de pozos). De cada pozo se extrae una muestra de suelo que se desmenuza para contabilizar la densidad de larvas por metro cuadrado.
Se estima que una población de 5 a 6 larvas/m² puede ocasionar pérdidas de rendimiento en trigo del 10%, lo que se define como el Nivel de Daño Económico (NDE). La estrategia de control más eficaz es el tratamiento de semillas con insecticidas aptos para cultivos y suelos. Aunque preventivo, este método se recomienda solo cuando se supera el NDE.
La aplicación de insecticidas al surco de siembra permite utilizar dosis más elevadas por unidad de superficie, prolongando así el período de protección. Sin embargo, requiere el uso de equipos específicos. En cuanto a los insecticidas aplicados en cobertura total sobre el suelo, su control es inconsistente y rara vez supera el 50%. Otra táctica de manejo es el retraso en las fechas de siembra, ya que las siembras tempranas exponen las plántulas a temperaturas más altas y a una mayor actividad de la plaga. Finalmente, existen enemigos naturales como avispas parasitoides y patógenos (hongos y bacterias) que infectan a las larvas, contribuyendo al control biológico.
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Bichos bolita
El Armadillidium vulgare, conocido comúnmente como bicho bolita, se distingue de la inofensiva cochinilla de la humedad por su capacidad de enrollarse en una esfera perfecta al sentirse amenazado y por la presencia de un par de apéndices llamados urópodos, ausentes en la cochinilla. Esta plaga pasa sus primeras etapas de desarrollo dentro de una bolsa protectora o «marsupio» de la hembra, y una vez liberado, tarda entre uno y dos años en completar su ciclo vital.
Durante la fase de implantación del cultivo, el bicho bolita se alimenta de semillas, cotiledones y hojas, manifestando un patrón de ataque en parches, similar al del gusano blanco. El monitoreo efectivo implica la toma de muestras en cuadrículas de 50×50 cm cada 1.5 hectáreas, recomendándose su georreferenciación para un seguimiento más preciso. La decisión de implementar un control químico se basa en el Nivel de Daño Económico (NDE), que se sitúa alrededor de 70-80 individuos por metro cuadrado, aunque este umbral es variable y dependiente de las condiciones del año.
Para el control, se utilizan formulaciones sólidas en forma de cebos tóxicos que alcanzan el interior del suelo. Las dosis recomendadas oscilan entre 3 y 6 kg por hectárea, ajustándose según las condiciones ambientales que influyen en la actividad de la plaga y la persistencia del cebo. Estos pueden aplicarse con máquinas centrífugas antes o después de la siembra.
Adicionalmente, se pueden implementar estrategias agronómicas que favorezcan un rápido establecimiento del cultivo, como la elección adecuada de la fecha de siembra y la calidad de las semillas. El empleo de barrer-rastrojos o limpia surcos en la sembradora resulta eficaz, al igual que la distribución uniforme de los residuos de cosecha para prevenir la acumulación de rastrojo, que puede convertirse en un foco de infestación. En cuanto al control biológico, existen coleópteros depredadores del bicho bolita cuya acción puede potenciarse mediante un uso racional de insecticidas.
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