El uso de ractopamina en la producción porcino está generando preocupaciones en el mercado local y en la seguridad alimentaria de los consumidores.
La ractopamina es un fármaco utilizado en la ganadería porcina, vacuna y aviar como aditivo alimentario para promover el crecimiento. Actúa como un agonista beta-adrenérgico, aumentando la masa muscular y reduciendo la grasa corporal de los animales. Su uso está permitido en países como Estados Unidos, Canadá y Brasil, pero genera controversia debido a los riesgos potenciales para la salud humana y el bienestar animal.
El fármaco estimula los receptores beta-adrenérgicos en el cuerpo, lo que desencadena respuestas fisiológicas que favorecen el crecimiento muscular. Sin embargo, la ractopamina está prohibida en la Unión Europea, China y Rusia, debido a preocupaciones sobre su seguridad en los alimentos. Esta diferencia en las regulaciones ha generado disputas comerciales, afectando el comercio internacional de productos alimenticios.
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En Argentina, el uso de ractopamina en alimentos importados, como las bondiolas brasileñas, ha puesto en alerta a productores porcinos locales, quienes enfrentan una competencia desleal debido a las diferencias en los estándares de seguridad alimentaria. Algunas alternativas, como mejoras en genética y nutrición animal, ofrecen soluciones sin depender de este tipo de aditivos.