Alerta Climática: Advierten sobre un 41% de Probabilidad de Retorno de «La Niña» a Sudamérica para Fines de 2025 y Comienzos de 2026, con Posibles Repercusiones en Argentina
Según el último informe del Centro de Predicción Climática de Estados Unidos (Climate Prediction Center/NCEP/NWS), el fenómeno climático de La Niña podría reaparecer entre los meses de noviembre de 2025 y enero de 2026. Aunque actualmente el sistema climático global se encuentra en una fase neutral, sin la influencia directa de El Niño o La Niña, las proyecciones a mediano plazo sugieren un cambio inminente que podría alterar los patrones meteorológicos a nivel mundial.
¿Qué implica el regreso de La Niña?
La Niña es un fenómeno climático caracterizado por el enfriamiento anómalo de las aguas superficiales del Océano Pacífico ecuatorial central y oriental. Este enfriamiento tiene un impacto significativo en la circulación atmosférica global, lo que se traduce en alteraciones en los patrones de precipitación y temperatura en diversas regiones del planeta.
Tradicionalmente, la presencia de La Niña se asocia con:
- Aumento de precipitaciones en algunas zonas, como el sudeste asiático, el norte de Sudamérica (especialmente en la región amazónica) y partes de Australia.
- Disminución de lluvias en otras, como el sur de Estados Unidos, algunas regiones de África oriental y el cono sur de Sudamérica (particularmente Argentina, Uruguay y el sur de Brasil), lo que puede propiciar condiciones de sequía.
- Temperaturas más frías de lo normal en ciertas áreas y más cálidas en otras, dependiendo de la región y la interacción con otros sistemas climáticos.
- Potenciales impactos en la temporada de huracanes en el Atlántico, ya que las condiciones de La Niña suelen favorecer una mayor actividad ciclónica.
La fase neutral actual y las proyecciones futuras
El hecho de que el sistema climático global se encuentre en una fase neutral significa que, por el momento, no hay una influencia dominante de El Niño o La Niña. Sin embargo, los modelos de predicción climática utilizados por el Centro de Predicción Climática de EE. UU. están mostrando una creciente probabilidad de desarrollo de La Niña hacia finales de 2025 y principios de 2026. Estas proyecciones se basan en el análisis de diversas variables oceánicas y atmosféricas, como las temperaturas de la superficie del mar, los vientos y la presión atmosférica.
La confirmación de este pronóstico será crucial para la planificación en sectores como la agricultura, la gestión del agua y la prevención de desastres naturales en las regiones que podrían verse más afectadas por los cambios asociados a La Niña. Los expertos continuarán monitoreando de cerca la evolución de las condiciones oceánicas y atmosféricas en los próximos meses para afinar estas predicciones.
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El análisis de la NOAA
«Actualmente, el El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) se encuentra en una fase neutral, una condición que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos proyecta que se mantendrá durante el invierno de 2025 y gran parte de la primavera subsiguiente. No obstante, los especialistas climáticos advierten sobre un incremento en la incertidumbre predictiva a medida que avanzan los meses. De cara al trimestre comprendido entre noviembre de 2025 y enero de 2026, los modelos climáticos indican una probabilidad creciente del retorno del fenómeno La Niña. En contraste, la aparición de El Niño se considera poco probable, con estimaciones que sitúan su posibilidad por debajo del 15%.
En este sentido, el experto profundizó en el panorama: “Nos encontramos en condiciones neutrales por el momento. Sin embargo, las tendencias que emergen de los modelos de pronóstico internacionales sugieren un leve enfriamiento progresivo en las temperaturas del Océano Pacífico ecuatorial. Si bien es prematuro hablar de un evento La Niña consolidado, es un desarrollo que requiere un seguimiento exhaustivo, especialmente de cara a la primavera, ya que es entonces cuando podrían manifestarse señales más claras.”
Este escenario de potencial transición climática ya está generando atención en sectores productivos clave, como el agropecuario. Las experiencias recientes con variaciones climáticas extremas han dejado lecciones significativas en Argentina, una nación cuya economía permanece intrínsecamente ligada a las condiciones meteorológicas. Cada anomalía climática, por lo tanto, no solo constituye un desafío ambiental, sino que también desencadena profundas repercusiones económicas y sociales que demandan una planificación y adaptación proactivas.»
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