Su historia se remonta a los pueblos originarios. El patay era una especie de “pan” en la dieta de aborígenes como los paziocas (diaguitas), huarpes, calchaquíes, comechingones, sanavirones, entre otros.
Redondo y chato, de unos 10 centímetros de altura, color beige claro, y un poco duro. Dulce y rasposo en la boca, casi nunca faltaba en la alacena de la casa de la abuela el Patay.
Actualmente, sigue siendo alimento típico de la población criolla del interior argentino, especialmente en el norte de Cuyo y el noroeste del país.
Las comunidades huarpes de San Juan, hace años decidieron poner en valor la algarroba (fruto del algarrobo) y su harina, con la que se elabora el patay, y que hoy es usada en otros productos de repostería con una alta demanda.
La Comunidad Huarpe Pinkanta (con sede en Caucete) logró concretar un viejo anhelo: la producción de harina de algarroba.
“Esto tiene que ver con la recuperación de nuestra identidad huarpe. Desde muy chicos para nosotros la algarroba es algo básico, es algo nuestro, es lo que nos ha permitido crecer fuertes y permite que nuestros padres y abuelos estén vivos todavía. Partimos de la base que estas plantas no sólo son alimento sino que son medicina, es comida espiritual”, señaló Miguel Gil, jefe espiritual de su comunidad.
La palabra “algarrobo” es de origen árabe, y fue elegida por los conquistadores españoles para llamar a estos bellos ejemplares de la fitogeografía americana por su semejanza con otra especie europea. En Argentina existen dos grandes tipos de algarrobo, el blanco y el negro, cuyo nombre científico es Prosopis alba y Prosopis nigra, respectivamente.
Los quechuas le llamaron Tacú, que en su lengua significa simplemente árbol, precisamente porque el Algarrobo era el árbol que tiene todo lo que un árbol puede dar: frutos dulces, la algarroba, y muy alimenticios de los que se hace aloja, añapa, patay, y hasta una especie de café con la semilla tostada.
La algarroba es un alimento muy energético, contiene un 50 % de azúcar natural y un 10 % de proteínas. Las semillas son ricas en fibra soluble, facilitando la digestión. No posee gluten, siendo un alimento apto para celiacos. Es rica en fibras, beneficia la flora intestinal, incrementando los lactobacillus. Rica en taninos, un potente antioxidante natural. La algarroba ejerce una acción favorable contra las inflamaciones de las mucosas reduciendo la irritación, tanto en las vías respiratorias como digestivas.
Moliendo la algarroba se obtiene la harina para la preparación del patay y también puede sustituir al cacao para la elaboración del chocolate.
Preparación de Patay
Las vainas (chauchas o algarrobas) se dejan secar al sol durante unos 6 o 7 días y cuando están bien secas se muelen (la vaina entera, generalmente en mortero aunque ahora existe la licuadora) hasta obtener harina. Se mezcla esta harina con agua en las proporciones suficientes como para obtener una masa, luego se coloca esta mezcla en moldes pequeños y se prensa con una cuchara. Finalmente se lleva a horno bien caliente en una placa hasta que se doren, entre 8 a 10 minutos. Se sacan del horno y se guardan en bolsa de papel en un lugar fresco y seco.
Parte de la leyenda
Cuenta la leyenda que Deolinda Correa (nuestra Difunta Correa) en el momento que muere iba en busca de algarrobas, su fuente nutricia.
La Pacha Mama (Madre Tierra) elige la sombra del algarrobo para guarecerse cuando en la fiesta del Chiqui, toma forma de anciana para prodigar milagros.
(Fuentes: Issar Ramón Aguilera; y regionales-nativos-argentinos.blogspot.com)