La falta de atractivo en el tipo de cambio y la alta carga de alquileres frenan la venta de soja, ya que gran parte de la cosecha está comprometida para cubrir costos de arrendamiento.
El dilema de los productores argentinos es claro: no venden soja porque gran parte de la cosecha ya está destinada a pagar alquileres de tierras. Según un informe de Néstor Roulet, el 41% de la soja de la campaña 2025 se utilizará para cubrir los contratos de arrendamiento rural, lo que equivale a 19 millones de toneladas de soja comprometidas para ese fin. Esto ocurre en un contexto donde, pese a los esfuerzos del Gobierno por apurar la liquidación de divisas, muchos productores prefieren guardar el grano en bolsones en lugar de venderlo a un tipo de cambio que consideran poco favorable.
El informe revela que el 60% de las 33 millones de hectáreas sembradas con granos en Argentina están alquiladas, y que el alquiler de tierras para la soja equivale a 12 quintales por hectárea, lo que representa un importante porcentaje de la cosecha. Además de los alquileres, los productores deben afrontar otros gastos como fletes, servicio de cosecha e insumos, muchos de ellos pactados en dólares. Esto deja a los productores con solo la mitad de la producción disponible para la venta, pero prefieren retenerla.
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La decisión de no vender soja también responde a un tipo de cambio poco atractivo, especialmente después de la eliminación del «dólar blend». A ello se suman las advertencias del presidente Javier Milei, quien ha anunciado que las retenciones sobre la soja volverán al 33% a partir del 1º de julio. En este contexto, los productores no se sienten incentivados a vender, ya que consideran que el precio actual no es suficiente para cubrir sus costos y protegerse de la incertidumbre económica.
Según Diego Dequino, exdirector del Banco Nación, el productor agropecuario no especula con el tipo de cambio. La soja es vista como un activo clave para garantizar el ciclo agrícola siguiente. La decisión de no vender no obedece a una postura especulativa, sino a la necesidad de sostener la estructura productiva y afrontar los costos del próximo ciclo agrícola.
Fuente: AgroLatam