Especialistas del INTA Balcarce, el CONICET y la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce advierten que la falta de un micronutriente en los suelos de la región podría afectar el rendimiento de los cultivos de trigo y cebada. Por ello, aconsejan realizar análisis preventivos.
Los cultivos de trigo y cebada son de suma importancia en la región pampeana de Argentina, una de las zonas agrícolas más productivas del mundo. Estos cereales de invierno se cultivan en gran parte del país, con una concentración significativa en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, y el sur de Santa Fe y Córdoba.
Ambos cereales tienen un papel crucial en la economía de Argentina. Contribuyen a las exportaciones del país y generan empleo rural. A pesar de su importancia, enfrentan desafíos como el cambio climático, las plagas y la deficiencia de nutrientes en el suelo, como la baja disponibilidad de zinc. Sin embargo, la investigación constante y el desarrollo de nuevas tecnologías y variedades buscan optimizar la producción y mantener la competitividad del sector.
La deficiencia de zinc amenaza los rendimientos agrícolas de la región pampeana
Históricamente, el manejo de la fertilidad en los suelos de la región pampeana se ha centrado en los macronutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y azufre. Sin embargo, estudios recientes revelan un problema silencioso pero creciente: la deficiencia de micronutrientes, especialmente el zinc (Zn), está impactando los rendimientos y comprometiendo la eficiencia de los sistemas agrícolas extensivos.
Los datos, obtenidos por la Unidad Integrada Balcarce (INTA-UNMdP), confirman una disminución alarmante en los niveles de zinc en el suelo. Un relevamiento en el sur bonaerense muestra que el 33 % de los lotes analizados tienen concentraciones por debajo de 0,80 partes por millón (ppm), un nivel considerado crítico para cultivos como el trigo y la cebada. Esta situación representa un retroceso significativo en comparación con los registros de 2011, cuando la zona no presentaba esta limitante.
«El zinc comienza a mostrar deficiencias en suelos donde históricamente no era un problema. El escenario actual nos obliga a replantear las estrategias de diagnóstico y manejo para evitar pérdidas económicas y nutricionales», explica Hernán Sainz Rozas, especialista en fertilidad de suelos del INTA.
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Pérdidas económicas y soluciones de manejo
La falta de zinc tiene consecuencias directas y cuantificables. En suelos con bajos niveles de este micronutriente, los cultivos de trigo y cebada pueden registrar pérdidas de rendimiento de entre el 5 % y el 15 % si no se realiza una fertilización adecuada.
Para ponerlo en perspectiva, un suelo con 0,75 ppm de Zn y un objetivo de rendimiento de 7.000 kg/ha podría perder hasta 840 kg/ha. «Este valor excede ampliamente el costo de la fertilización, que ronda los 18-20 dólares por hectárea», detalla Sainz Rozas, subrayando que la inversión en zinc es rentable.
Desde el INTA, la recomendación principal es el análisis de suelo preventivo para detectar el problema a tiempo. Según el especialista Pablo Barbieri, el método más confiable es medir el zinc extraíble en muestras tomadas a 20 centímetros de profundidad, idealmente antes de la siembra. Dada la alta variabilidad del zinc en el suelo, se aconseja recolectar entre 25 y 35 submuestras por lote.
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La clave: reponer y mejorar el capital nutricional
La aplicación de zinc puede realizarse de varias formas: en mezclas sólidas, fertilizantes líquidos, tratamientos para semillas o aplicaciones foliares. La cantidad promedio que un cultivo de trigo extrae por hectárea es de entre 200 y 320 gramos, que puede ser compensada con la aplicación de 0,5 a 1 kg de Zn/ha.
Una estrategia que está ganando popularidad es la aplicación conjunta de zinc y fósforo, ya que mejora la distribución del micronutriente y su absorción por el cultivo.
Debido a la baja movilidad del zinc en el suelo, su reposición es una inversión estratégica a largo plazo. «El objetivo no es solo reponer lo que el cultivo exporta, sino elevar los niveles del suelo hasta 1,3 ppm para evitar futuras restricciones y mejorar su capital nutricional», enfatiza Barbieri.
Nahuel Reussi Calvo, investigador del Conicet, destaca que la deficiencia de zinc no solo afecta el crecimiento del cultivo, sino que también reduce la eficiencia de uso del nitrógeno y el fósforo, nutrientes esenciales para sostener altos rendimientos.
En conclusión, los datos del INTA Balcarce son claros: cerca del 66 % de los suelos pampeanos ya presentan niveles de zinc entre medios y bajos. Este problema, que antes era común solo en el norte, ahora se extiende al sur bonaerense. Invertir en un diagnóstico adecuado y en la reposición inteligente de este micronutriente puede evitar pérdidas significativas y potenciar la producción en esta región clave para el trigo y la cebada en Argentina.
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Con información de: https://www.argentina.gob.ar/