Las tecnologías modernas tienen un gran campo de aplicación en la agricultura en general, y en la orgánica en particular, permitiendo optimizar la gestión de las tierras y de los cultivos de forma fácil y a distancia.
La agricultura orgánica ha existido durante milenios en prácticamente todos países, no obstante, con el rápido crecimiento de la población mundial los agricultores se vieron obligados a aumentar drásticamente la producción alimentaria. Así después de la Segunda Guerra Mundial prolifera el uso de la agricultura extensiva y a veces hasta peligrosa para la salud humana, sin hablar de muchos otros daños infligidos a la naturaleza, como la degradación del suelo, por ejemplo.
Pero la conciencia popular, cada vez más ecológica, junto con el aumento del nivel de vida, especialmente en los países europeos, ha contribuido al cambio de actitud del consumidor hacia los productos alimenticios. Mejoran los requisitos no solo de cantidad, sino también de calidad, con el objetivo de minimizar los riesgos para la salud. La demanda de productos o alimentos orgánicos va en aumento, en los países desarrollados el crecimiento de la producción agraria ecológica lleva más 30 años. Los principales mercados para tales productos son los Estados Unidos, Canadá, los países de la Unión Europea – Alemania, Gran Bretaña, Francia, así como Japón entre los estados asiáticos.
El análisis de la experiencia en el desarrollo de la producción orgánica permitirá elegir las mejores formas de mejorar la eficiencia de la industria y la calidad de los productos.
Tendencias actuales en agricultura
El estudio de las tendencias en los procesos modernos agroindustriales nos permite sacar ciertas conclusiones. Los países altamente desarrollados que tradicionalmente exportan productos agrícolas, por ejemplo, los Estados Unidos, los países de la UE, para mantener una posición dominante en el mercado mundial y garantizar una producción respetuosa con el medio ambiente apoyan integralmente al productor agrícola orgánico por medio de leyes y subvenciones. Eso permite a los últimos integrar en sus sistemas productivos muchos inventos de la tecnología punta.
Uno de los muy grandes cambios en la agricultura es la aplicación de tecnologías de Big Data incluyendo los datos recogidos por los satélites y drones que, poco a poco, comienzan a regular y optimizar los procesos de cultivo. Durante siglos los agricultores habían plantado y cosechado teniendo a su disposición tan solo antiguos modelos estacionales utilizando los conocimientos tradicionales para evitar sequías e inundaciones que amenazaban los cultivos agrícolas y su medio de subsistencia.
No obstante, hoy en día los agricultores pueden administrar su campo de cultivos con la ayuda de una computadora portátil, controlar un tractor de forma remota, dirigirlo con la ayuda de un GPS y establecer un sistema de riego que se puede ajustar a distancia. Para medir la temperatura, la humedad del suelo y del aire, se colocan los sensores en el campo y los aviones no tripulados o satélites reciben los datos de estos sensores, los recopilan y analizan proporcionando una información más detallada acerca de las formas más adecuadas de tratar los cultivos en cada momento.
Nuevas formas de tratamiento agrícola: satélites, drones, sensores
Nuevas formas de tratamiento agrícola refuerzan el conocimiento reemplazando las formas anticuadas y costosas por una agricultura de precisión. Utilizando la información recibida en tiempo real y recogida por los centros de control permite a los agricultores a tomar decisiones de todo tipo, tanto para la protección de cultivos de crecimiento, como para elegir los momentos más adecuados de fertilizar y cosechar. Como nunca antes las nuevas tecnologías sirven para trabajar la tierra correctamente, sin abusar de abonos e insecticidas. Cuanto más respeto y cuidado por la tierra y los cultivos, más sanos estarán, y la cosecha será más orgánica.
La tecnología ayuda a analizar la necesidad y disponibilidad de la mano de obra, el equipamiento y el costo requerido para la labranza. El uso de drones para superficies no muy grandes, como suelen ser los campos de producción orgánica, también va en aumento y dentro de poco su mercado principal será precisamente la agricultura. Estos aparatos analizarán los datos de sensores con mucho detalle prescindiendo de la mano de obra humana.
Los sensores de alta calidad óptica pueden medir al instante el índice del crecimiento de las plantas, sus problemas y estrés que reciben; dicha información se remite a los centros de control de granjas, incluyendo datos sobre la necesidad de fertilizantes y la lucha con las plagas. Los sensores no necesariamente tienen que ser dispositivos complicados, que a veces lo son, pero también con un simple teléfono el agricultor puede hacer fotos de una planta poco saludable y luego recibe la respuesta por Internet con comentarios y consejos de qué hacer con ella.
Los factores externos, como el cambio climático, el aumento de la población mundial y la seguridad alimentaria, estimulan a representantes de la economía rural a buscar enfoques más innovadores para controlar, proteger y mejorar el rendimiento de los cultivos agrícolas. Como resultado, las tecnologías de inteligencia artificial (IA) evolucionan constantemente y modifican la industria, incluyendo la agricultura.
Ahora la tecnología ha penetrado en todas las esferas de nuestra vida y la agricultura, incluso orgánica, no es una excepción. Hay que acompañar el progreso y apuntarse a estas ventajas tecnológicas para estar entre los primeros que se benefician de sus logros.
Hoy los países desarrollados prestan mucha atención al medio ambiente, potenciando la agricultura sostenible y orgánica, haciendo uso de todas las herramientas puntas que existen a su disposición. Hay muchas formas de “ecologizar” la agricultura, ya que los gobiernos de muchos países potencian este mercado a nivel de la regulación gubernamental del sector tradicional agrícola, como su ala orgánica.