Términos como regenerativo, ecológico, natural están cada vez más presentes y surge otra opción bajo el nombre de Ganadería Regenerativa (GR).
Juan Pedro Borrelli, coordinador de la Escuela de Regeneración (ER), cuenta que se trata de un proyecto incubado por Ovis 21. Esta escuela nació en 2013 con el objetivo de enseñar y aprender actividades que promuevan la regeneración de los ecosistemas y las comunidades.
En palabras de Borelli, se trata de una ganadería que aumenta el capital biológico y social. “Permite incrementar la tasa de infiltración de agua de los campos, la biodiversidad, secuestrar carbono en suelo y favorecer las especies perennes”.
¿Cómo? Según la ER, durante mucho tiempo se creyó que había un conflicto entre producir más y cuidar la tierra. Al respecto, señalan que el MH rompió esa falsa antinomia y permitió aumentar la rentabilidad de los predios al mismo tiempo que se regenera la tierra.
El MH fue desarrollado por el biólogo de Zimbabwe Allan Savory, a lo largo de más de 40 años de experiencia e implica una revolución en la manera en la que tomamos decisiones. Desde Ovis 21 sostienen que “fuimos educados para mirar siempre las partes y no el todo, lo cual nunca es una solución integral, sino meramente parches”. El MH brinda las herramientas y la visión para comprender la naturaleza y su complejidad, permitiendo considerar simultáneamente los aspectos sociales, ecológicos y económicos de las decisiones.
Aunque para más de un lector resulta difícil pensar en el todo para regenerar el ecosistema, desde la ER aseguraron que no es imposible.
Arraigo rural y mitigación del Cambio Climático
En relación a la rentabilidad de la GR, desde la Escuela sostienen que trabajando a favor de la naturaleza y usando mínimas o nulas cantidades de insumos, se puede mejorar sustancialmente los resultados económicos. La mayor producción implica más gente viviendo en el campo y en mejores condiciones, alimentación sana, mayor actividad en los pueblos rurales, y mayor aporte de materia prima a las industrias.
En este sentido, Borrelli agregó: “Si estamos mejorando el ambiente y el negocio, nos da otro horizonte para las personas que hoy no viven en el campo y que, en muchos casos, han tomado la decisión de migrar a la ciudad”.
De acuerdo a su visión, este nuevo paradigma podría convertirse en un medio para cambiar el rol de la ganadería en el futuro, dado que se encuentra en el banquillo de los acusados por la emisión de GEI, aunque muchos académicos sostienen que no es así.
Al respecto, formuló su idea: “Hablamos de regenerar ecosistemas, de convertir a los pastizales en “bombas de carbono” que secuestran toneladas de CO2 atmosférico, que el agua se quede en el paisaje. Son todas cuestiones que podrían revertir la ecuación y poner al productor ganadero como parte de la solución al Cambio Climático”.
Adrián Soler, ingeniero agrónomo de la Cuenca del Salado realizó el curso en 2018, y según su experiencia señaló: “Me cambió en muchos aspectos el modo en que venía trabajando. De fondo y de forma. Aprendí a mirar de manera diferente, a mirar más el suelo y el efecto que tenemos como decisores de manejo ganadero en el cambio climático”.
Resultados: ¿Comprobables y medibles?
Cualquier actividad ganadera podría verificarse en el tiempo mediante procesos como aumento de la cobertura del suelo (vegetación y/o por mantillo); estabilización de la superficie del suelo (erosión cero); aumento de la productividad primaria -Fotosíntesis; Aumento de la producción forrajera (receptividad); Aumento de la biodiversidad del suelo, plantas y fauna silvestre, y Aumento del carbono en suelo.
En la misma línea, Borelli aseguró: “No hablamos de romanticismo”, y explicó: “Tenemos un sistema de verificación ambiental que registra todos esos puntos, y los medimos objetivamente. Primero, para que el productor pueda constatar su manejo con datos e ir mejorando; y en segundo lugar, para llegar a estudios científicos que comprueben que la GR hace todo lo que estamos diciendo”.
Por ejemplo, el Estándar de Pastoreo Regenerativo y Sustentable (GRASS), desarrollado por Ovis 21 y The Nature Conservancy en la Patagonia, permite evaluar la regeneración de manera objetiva.
Según pudo averiguar AgrofyNews hay resultados inmediatos y otros, que requieren más tiempo. “Cuando hablamos de restaurar la biología del suelo, son procesos más lentos. Para que el mismo pastizal y el suelo pueda recuperar sus ciclos naturales, quizás le demande cinco años”, ejemplificó el coordinador de la ER.
En el caso de Buenos Aires y en Corrientes, hace siete años que se empezó a implementar el MH. Los primeros resultados sugieren que el MH permite reducir costos, mediante un menor uso de verdeos e insumos, y aumenta los ingresos, fundamentalmente a partir de una mayor carga animal, sustentada en una mayor producción de forraje. En tres años, aumentó 400% la receptividad invernal en Buenos Aires, y el margen bruto en Corrientes llevando la carga animal de 0,58 a 0,92 EV.