El almacenamiento de agua en el suelo es como tener una «caja de ahorros»

El almacenamiento de agua en el suelo es esencial para la vida en nuestro planeta. Al cuidar nuestros suelos y aplicar prácticas sostenibles, podemos garantizar un futuro más sostenible y resiliente.

Si comenzamos este articulo resaltando algunos datos particulares, hay que destacar que el consumo de agua es mayor de lo que imaginamos. Producir 1 kg de carne demanda 16.000 litros, una taza de café 140, una de té 30 y una manzana 70 litros. Cada elección que hacemos tiene una huella hídrica.

El consumo de agua dulce se ha sextuplicado en el siglo pasado, mientras que la población se triplicó. La agricultura, con un consumo del 90%, es el sector que mayor demanda hídrica presenta. Para garantizar la sostenibilidad de los recursos hídricos, es imperativo optimizar los sistemas de riego y adoptar prácticas agrícolas más eficientes.

En las regiones semiáridas argentinas, caracterizadas por una estacionalidad marcada de las precipitaciones, la gestión eficiente del recurso hídrico es fundamental. La determinación de la capacidad de campo y la disponibilidad de agua en el suelo son parámetros esenciales para la planificación de los cultivos y la optimización del uso del agua de riego.

La porosidad del suelo, determinada por el tamaño y la distribución de los poros, condiciona su capacidad de retención de agua. Las fuerzas de adhesión entre las moléculas de agua y las partículas del suelo, especialmente en las arcillas, son responsables de la retención hídrica. La estructura del suelo, influenciada por la materia orgánica y la actividad biológica, también juega un papel crucial en la dinámica del agua en el suelo.

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Los poros del suelo son como esponjas que almacenan el agua necesaria para la vida vegetal. Cuando el suelo está saturado, el agua se divide en tres tipos: gravitacional (que drena), disponible (utilizable por las plantas) e higroscópica (retenida fuertemente por el suelo). El agua gravitacional, aunque puede perderse por drenaje, puede ser aprovechada por las plantas si el suelo está bien aireado. Sin embargo, un exceso de agua gravitacional puede causar lixiviación de nutrientes y afectar el nivel freático.

El agua higroscópica, retenida por fuerzas de adhesión muy fuertes, se encuentra por debajo del punto de marchitez y no está disponible para las plantas. El agua disponible, por el contrario, se encuentra entre la capacidad de campo y el punto de marchitez, siendo accesible para las raíces.

La disponibilidad de agua en el suelo no disminuye de manera constante. A medida que el suelo se seca, las plantas deben ejercer una fuerza cada vez mayor para extraer agua. Por eso, se habla de agua fácilmente y difícilmente disponible

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Figura Nº1: Clases de agua en el suelo.

La importancia del almacenamiento del agua en el suelo

  • Disponibilidad hídrica para plantas: El agua almacenada en el suelo es como un «bebedero» para las plantas. Les proporciona el líquido vital que necesitan para crecer, desarrollarse y producir frutos. Sin agua, la vegetación se marchita y muere, lo que afecta a toda la cadena alimentaria.
  • Mitigación de sequías: Cuando almacenamos agua en el suelo, estamos creando una reserva que puede ser utilizada durante períodos de sequía. Esto ayuda a garantizar que los cultivos y los ecosistemas naturales tengan suficiente agua para sobrevivir en momentos de escasez.
  • Reducción de inundaciones: Un suelo sano y con buena capacidad de retención de agua puede absorber grandes cantidades de lluvia, evitando así inundaciones. El agua se infiltra en el suelo en lugar de escurrir por la superficie, lo que reduce el riesgo de desastres naturales.
  • Mejora de la calidad del agua: Al almacenar agua en el suelo, se filtra naturalmente a través de las capas del suelo, lo que ayuda a eliminar contaminantes y mejorar su calidad. Esto beneficia a los acuíferos subterráneos y a las fuentes de agua superficiales.
  • Mayor biodiversidad: Un suelo húmedo y saludable favorece el desarrollo de una gran variedad de organismos, desde microorganismos hasta animales más grandes. Esto aumenta la biodiversidad y la resiliencia de los ecosistemas.

¿Cómo podemos mejorar el almacenamiento de agua en el suelo?

  • Prácticas agrícolas sostenibles: La agricultura de conservación, que incluye técnicas como la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura y la reducción de la labranza, ayuda a mejorar la estructura del suelo y su capacidad de retención de agua.
  • Reforestación: Los árboles y los bosques juegan un papel fundamental en el ciclo del agua. Al absorber el agua de lluvia y liberar vapor de agua a la atmósfera, ayudan a regular el clima y a mejorar la infiltración del agua en el suelo.
  • Gestión adecuada del riego: El riego eficiente ayuda a evitar la pérdida de agua por evaporación y escorrentía, permitiendo que una mayor cantidad de agua se infiltre en el suelo.
  • Protección de los suelos: Evitar la erosión del suelo a través de prácticas como la construcción de terrazas y la cobertura vegetal ayuda a mantener la estructura del suelo y su capacidad de retención de agua.

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