Contar con un propio cultivo de legumbres es una buena opción, ya que además de tener la posibilidad de ver crecer una planta, vas a tener una fuente de alimento natural. En este caso vamos a introducirnos en el cultivo de la arveja, con algunos tips para protegerla de los calores de la temporada.
La arveja es una leguminosa de la familia de las Fabáceas (leguminosas), y se considera un buen alimento, por sus altas propiedades nutricionales y su modo tan practico y fácil para emplear dentro de la gastronomía. La arveja se cultiva para aprovechamiento de sus granos tiernos o secos.
Como toda planta de cultivo, requiere de condiciones ideales en cuanto al clima y el suelo, ya que dependiendo la región donde estés, cada variedad necesita de cuidados puntuales, factores que hacen al desarrollo de la planta, sobre todo en temporada de verano, donde las temperaturas elevadas puede provocar daño en las plantas, como así también las tormentas.
Como para tener en cuenta, el cultivo de la arveja se adapta a climas frío, aunque lo ideal es un ambiente semi-templado para lograr el crecimiento correcto y sano, tanto de la planta, como el del fruto. Ambos extremos climaticos son malos: las heladas pueden dañar raíces y floraciones, mientras que las elevadas temperaturas provocan decaimiento en la planta y acorta el ciclo de producción.
En cuanto al suelo, la planta de arveja prefiere los suelos con buena fertilidad, con tierra abonada y con humedad. La falta de agua puede afectar en el momento del crecimiento de los frutos.
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¿En qué época sembrarla?
Si bien la arveja es un cultivo anual, o sea, puede sembrarse en toda época del año, mientras cuidemos la planta de ciertos aspectos climáticos, como los (mencionados arriba) lo recomendable es hacerlo en los meses de otoño y primavera, dos estaciones con clima intermedio. Si realizamos el cultivo en los meses de verano, vamos a necesitar de un riego a menudo, con buena humedad del suelo (sin saturar) y horas de luz, aunque lo más recomendable es protegerla de los rayos directos de sol en horarios picos.
Lo ideal es tener la plantación bajo toldos o media sombras, para tamizar los rayos de luz solar que puedan impactar directamente sobre las hojas y provocar quemaduras.
Característica de la semilla y la siembra
En el momento de contar con las semillas de la arveja, tenemos que conocer algunas características, como por ejemplo que las variedades de semilla lisa son más resistentes al frio que las de semillas rugosas. En cuanto a la planta, las de hoja verde oscura más resistentes que las de hojas color verde claro, y es lo que se tiene en cuenta ante condiciones óptimas de temperatura y humedad.
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Cómo sembrar la semilla
Primero que nada tendremos que contar con un espacio bueno, en tierra, con algunos surcos.
La tierra, preferentemente negra y abonada, con agregado de nutrientes orgánicos. Podemos usar humus o un buen sustrato, para lograr un terreno liviano. La tierra, húmeda, sin exceso de agua.
Para sembrar la semilla de arveja, podemos realizar el proceso inicial depositando la semilla en surcos, cada 30 cm y a una profundidad no mayor de 5 cm en hileras se distancian 30–40 cm. Cuando cubramos la semilla, lo haremos sin presionar la tierra, sino más bien, una capa suelta y aireada.
Una vez lograda la siembra, podemos efectuar el primer riego leve, superficial, sin excedente de agua, evitando los charcos o embarre del terreno.
Cuando la planta se comience a desarrollar y adopte un tamaño de unos 15 cm de altura, podemos comenzar a colocar tutores o guías (varillas, cañas), ayudando a la planta a tener crecimiento vertical, ya que se trata de una planta trepadora.
Cuidado de plagas
En temporada cálida y con lluvias abundantes, hay que controlar que no aparezcan hongos invasores y los insectos que conforman las plagas más comunes: Dentro de las plagas podemos nombrar ataques de gorgojos, pulgones e isocas. Para combatirlo, lo ideal es emplear fungicidas naturales, y evitar los químicos.
Con información de: https://www.elbroteurbano.com/