Seguramente alguna vez has pensado en aprovechar tu jardín para hacer tu propio huerto casero. Esta nota guía es para vos.
Sembrar tus propios cultivos y recoger tus cosechas puede ser muy gratificante. Para ello, es importante tener en cuenta algunos pasos y aprovechar al máximo todos los materiales. De esta forma podrás tener tu huerta decorada a tu estilo y lo más barato posible.
Tipo de huerto y cultivos
Evidentemente, conocemos multitud de huertos caseros y de cultivos que podemos sembrar. Dependiendo del espacio que tengamos en casa o de los cultivos que queremos tener, debemos elegir el tipo de huerto que crearemos.
Se puede crear una huerta directamente en el suelo o en bancales elevados. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes. Si el terreno lo permite, escoge el que mejor le venga a tus cultivos. Otra opción puede ser comprimir al máximo el espacio y colocar tus cultivos en una mesa de cultivo. Este tipo de huerta es perfecto para aquellas casas que no disponen de un amplio jardín, sino que solamente tienen una azotea o terraza.
Un macetohuerto también puede ser una opción bastante interesante. Hay que tener en cuenta que habrá cultivos que necesiten semisombra, otros un nivel alto de humedad, otros pleno sol, etc. Atendiendo a las necesidades de cultivo tendrás que colocar la mejor combinación para que ningún cultivo se quede cojeando.
No solo puede cultivar verduras y hortalizas, sino que también puedes poner alguna flor aromática, frutos rojos o abonos verdes. Estos ayudarán a controlar mejor la aparición de plagas y enfermedades.
Aunque el tipo de cultivo puede ser interesante de elegir, también hay que aceptar el presupuesto económico. Hay algunos que son más comunes en el mercado y más caras. El tiempo también es otra variable que debemos tener en cuenta. Hay algunas plantas que necesitan más cuidados y, por lo tanto, una inversión económica y de tiempo mayor.
Por ahora, las plantas más fáciles de cultivar (aunque más caras) son las coles de Bruselas, las frutas del bosque, habas, judías, remolachas, acelgas brócolis, espinadas, etc. Sin embargo, también existen cultivos muy fáciles de mantener y que son más baratos. Nos encontramos con los ajos, cebollas lechugas, rábanos, plantas aromáticas y las zanahorias.
Colocación de los cultivos y tipo de riego
Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de preparar tus cultivos es el tipo de riego que les vas a dar. No es lo mismo un riego más optimizado que uno que desperdicia agua. Lo ideal es combinar la colocación de las plantas atendiendo a la necesidad de riego de cada una. Un ejemplo de distribución de las plantas a lo largo del terreno podría ser, por un lado las que más agua necesitan y, por otro lado, las que menos.
De esta forma conseguimos que las plantas que necesitan más agua se beneficien unas de otras cuando cae el agua en exceso. Esto es una buena idea si el tipo de riego que hemos escogido es el automático. Cuando regamos manualmente esto no es necesario, puesto que podemos regar en función de la demanda. Sí es cierto que nos ayuda a no tener que prestarle mucha atención a qué planta necesitaba más agua que la otra.
Como hemos mencionado antes, la cantidad de agua disponible para riego y el tiempo que le podemos dedicar son factores condicionantes para el tipo de cultivo. No olvidemos que si no cuidamos bien nuestros cultivos, las cosechas perderán en calidad. Incluso podrán ser afectadas con plagas y enfermedades.
Existen varios tipos de riego que pueden venir bien. El goteo, microaspersión o cinta exudante son métodos que ahorran mucha agua y, por ende, dinero de nuestro bolsillo. También nos aportan un extra de tiempo, ya que no nos hace estar pendientes de regar.
Claves para colocar los cultivos
Elegir de forma adecuada la colocación de los cultivos es vital para tener éxito. Una de las cosas a tener en cuenta es la distancia correcta entre planta y planta. Pensemos que si ambas están muy cercas competirán por el territorio y los nutrientes. Además, podrán quitarse agua unas a otras.
También hay que atender a la compatibilidad que hay entre especies. Hay algunas que por naturaleza no son compatibles. Cuando esto ocurre, debemos guardar una distancia entre ambas. Para que os hagáis una idea, los pimientos necesitan una distancia de unos 40 cm, mientras que las zanahorias solo 10 cm. Por ello, un cultivo de pimiento ocupará mucho más espacio y cosechará menos cantidad.
Si la huerta la mantenemos más de un año, es recomendable emplear la rotación de cultivos. Lo ideal es ir alternando cultivos exigentes con no exigentes. Hay algunas especies que necesitan más nutrientes, abono, cuidados, etc. Y otras que menos. Por ejemplo, los pimientos y tomates son más exigentes, mientras que las lechugas y toda la familia de las leguminosas no. Es entonces una buena opción ir alternando los cultivos cada año para mantener las propiedades del sustrato en óptimas condiciones.
Sustrato y abono
Para plantar directamente en el suelo se necesita arar antes. También eliminaremos las malas hierbas que haya para evitar la proliferación de plagas y enfermedades. Si siembras en macetas, necesitarás un sustrato acomodado a ello.
Es necesario, en muchos casos, utilizar fertilizantes para que las plantas dispongan de los nutrientes necesarios para crecer. Puedes hacer compost ecológico y natural a partir de los restos orgánicos que se generan en la cocina. Se pueden reutilizar las hojas secas, el césped o restos de poda también.
Una vez están plantadas, sea en macetas o directamente, se necesitan realizar algunas labores. Lo primero para mantener bien la huerta es escardar los cultivos. Esto es, remover la tierra con un rastrillo. Una vez estén crecidos los cultivos, habrá que realizar tareas de poda. Gracias a esta labor se pueden conseguir cosechas de una mayor calidad.