El avance de la IA promete una revolución agrícola basada en datos, sostenibilidad y resiliencia ante el cambio climático.
El cambio climático, la inestabilidad geopolítica y el crecimiento poblacional están ejerciendo una fuerte presión sobre el sistema alimentario mundial. En este contexto, la inteligencia artificial (IA) surge como una herramienta clave para redefinir la producción de alimentos, permitiendo optimizar recursos, reducir pérdidas y generar sistemas más justos y adaptables.
Según Valeria Kogan, fundadora y CEO de Fermata, la agricultura necesita un nuevo sistema operativo basado en datos que reemplace los modelos tradicionales del siglo XX. La IA puede analizar en tiempo real información sobre clima, suelos, plagas y rendimiento, ayudando a los productores a tomar decisiones más precisas y sostenibles. “La agricultura no solo alimenta, sino que sustenta la estabilidad económica y social”, advierte Kogan.
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El cambio climático ya está transformando la agricultura: las sequías prolongadas, lluvias irregulares y plagas emergentes reducen los rendimientos y ponen en riesgo la seguridad alimentaria. El IPCC prevé que los rendimientos de maíz podrían caer hasta un 24% hacia 2030 si las emisiones siguen en aumento. Frente a esto, la IA puede anticipar fenómenos extremos, detectar enfermedades antes de que se propaguen y optimizar el uso del agua o los fertilizantes, reduciendo costos y emisiones.
La adopción de tecnologías inteligentes representa una oportunidad especialmente relevante para los pequeños agricultores, responsables de un tercio de la producción global de alimentos. Si cuentan con acceso a herramientas digitales, podrán adaptarse a los desafíos climáticos y participar de un sistema alimentario más resiliente y equitativo. Así, la IA no solo promete una revolución tecnológica, sino también una transformación social y ambiental en la manera de producir y distribuir los alimentos del futuro.
Fuente: World Economic Forum




