Estamos de enhorabuena ya que el vino y el queso son dos de los productos que más nos pueden gustar y están presentes en cualquier aperitivo. Ahora al consumirlos hay que hacerlo con la consciencia de que son buenos para el cerebro.
La idea de que el queso y el vino tinto son beneficiosos para el cerebro ha sido un tema popular, especialmente en la cultura del bienestar y la gastronomía. Si bien es cierto que ambos contienen compuestos con potenciales propiedades saludables, la ciencia nos ofrece una perspectiva más matizada sobre sus efectos directos en la salud cerebral.
El vino tinto y sus polifenoles
El vino tinto es conocido por su contenido de polifenoles, particularmente el resveratrol. Estos compuestos son antioxidantes que pueden ayudar a proteger las células del cuerpo, incluyendo las del cerebro, del daño causado por los radicales libres. Los estudios han sugerido que el resveratrol podría tener efectos neuroprotectores, contribuyendo a una mejor salud cognitiva a medida que envejecemos.
Sin embargo, es importante destacar que la cantidad de resveratrol presente en una copa de vino tinto es relativamente baja. Para obtener los beneficios observados en algunos estudios, se necesitarían dosis mucho más altas de las que se consiguen con un consumo moderado. Además, el consumo excesivo de alcohol, incluso de vino tinto, es perjudicial para la salud cerebral y general, superando cualquier posible beneficio de los polifenoles. La moderación es clave, y se define como hasta una copa al día para las mujeres y hasta dos para los hombres.
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El Queso: fermentación y nutrientes
El queso, como producto lácteo fermentado, también aporta nutrientes interesantes:
- Vitaminas del grupo B: Esenciales para el funcionamiento del cerebro y la producción de neurotransmisores.
- Proteínas y grasas: Fundamentales para la estructura y función cerebral.
- Compuestos bioactivos: Algunos estudios preliminares han explorado si los compuestos generados durante la fermentación del queso podrían tener un impacto positivo en la microbiota intestinal, lo que a su vez se vincula con la salud cerebral a través del eje intestino-cerebro.
Si bien el queso es un alimento nutritivo, su consumo debe ser parte de una dieta equilibrada. Algunas variedades pueden ser altas en grasas saturadas y sodio, por lo que la moderación y la elección de quesos variados son recomendables.
La evidencia científica: ¿hay una conexión directa?
Algunas investigaciones observacionales han explorado la relación entre el consumo de ciertos alimentos y la salud cognitiva a largo plazo. Un estudio en particular, publicado en el Journal of Alzheimer’s Disease en 2020, que analizó datos de casi 1,800 adultos a lo largo de 10 años, encontró una asociación entre el consumo diario de queso y un mejor rendimiento cognitivo en el envejecimiento. Este estudio también sugirió que el consumo moderado de vino tinto diario estaba asociado con mejoras en la función cognitiva.
No obstante, es crucial entender que los estudios observacionales solo pueden identificar asociaciones, no establecer una relación de causa y efecto. Podría haber otros factores en el estilo de vida de las personas que consumen queso y vino tinto moderadamente que contribuyan a una mejor salud cerebral.
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Conclusión: El panorama completo
La ciencia sugiere que tanto el vino tinto (en moderación) como el queso pueden formar parte de una dieta saludable que, en conjunto, podría contribuir a la salud cerebral. Sin embargo, no son «superalimentos» milagrosos por sí solos.
La mejor estrategia para la salud cerebral es un enfoque integral que incluya:
- Una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, granos integrales, proteínas magras y grasas saludables (como las del aceite de oliva, frutos secos y pescado azul).
- Actividad física regular.
- Estimulación mental (aprender cosas nuevas, leer, resolver problemas).
- Sueño de calidad.
- Manejo del estrés.
- Socialización.
Disfrutar de un trozo de queso y una copa de vino tinto con moderación puede ser parte de un estilo de vida placentero y saludable, pero es el patrón dietético general y el estilo de vida lo que realmente marca la diferencia para la salud de nuestro cerebro a largo plazo.