Este tema describe un problema de salud pública que en la Argentina adquiere una dimensión muy grande, y que no está siendo resuelto a nuestro modo de ver, de una manera adecuada.
Hay un analizador de todo esto, que es lo que está sucediendo en varios pueblos y ciudades del país con la protección de la cual gozan las fumigaciones con plaguicidas de plantaciones de soja y maíz transgénico, a pesar de que múltiples investigaciones revelan los efectos gravísimos que están causando, y que se repiten en todas las poblaciones afectadas.
Esto involucra zonas contiguas al área urbana, cursos de agua, áreas de esparcimiento yestablecimientos educativos entre otras, hoy protegidas por áreas de exclusión o de amortiguamiento
Es alarmante como se minimiza la toxicidad de estas sustancias y que el Grupo de Trabajo Interministerial sobre las Buenas Prácticas en materia de aplicaciones de fitosanitarios, haya trabajado sobre “el cuerpo dinámico de publicaciones oficiales que dan recomendaciones técnicas de buenas prácticas de aplicación” y no haga referencia a las múltiples publicaciones científicas sobre el daño de los agrotóxicos o fitosanitarios en la salud de la población, aun cuando se exponen a pequeñas cantidades.
A comienzos del año 2019, la recientemente electa Comisión directiva de la Sociedad Argentina de Pediatría invitó a los Comités nacionales a trabajar en problemas específicos de su área. El Comité de Salud Ambiental entre varias líneas de trabajo seleccionó el tema: “Efecto de los agrotóxicos en la salud Infantil”.
Se trata de una afortunada elección dado que el tema describe un problema de salud pública que en la Argentina adquiere una dimensión muy grande, y que no está siendo resuelto a nuestro modo de ver, de una manera adecuada.
Nuestro país tiene una actividad agrícola que es de las más extensas del mundo; como consecuencia de esto, el uso de agrotóxicos es también generalizado, y su tendencia aumenta sostenidamente con el tiempo. Este fenómeno es el resultado de la concentración progresiva de los regímenes de tenencia de la tierra en el mundo, con condiciones económicas de concentración de capital invertido en el agro, extensión de las superficies cultivables en forma intensiva a expensas de tierras otrora destinadas a la cría de ganado.
La consecuencia de estos cambios es doble
Por un lado, crece en forma sostenida el uso de agrotóxicos por aumento de las áreas cultivables, con el consecuente impacto sobre la salud de las poblaciones expuestas, y por otro, al disminuir las tierras para cría de animales, proliferan a este fin los llamados “feed–lots”, que no son otra cosa que la cría en condiciones de extremo hacinamiento, en las que los animales se intercambian gérmenes permanentemente unos a otros, aumentando en consecuencia la contaminación de los alimentos derivados y las enfermedades transmitidas por alimentos (ETAS) (1).
Este fenómeno es mundial pero en Argentina adquiere una significación especial por la enorme extensión de tierras destinadas a la actividad agropecuaria, actividad que está implementada según criterios principalmente económicos, y que encuentra al país con una serie de deficiencias que impiden el control del uso de los agrotóxicos y así la protección de la salud de la población: falta de leyes, incumplimiento de las existentes, ausencia de personal de salud capacitado en el tema, falta de concientización de la población, falta de educación comunitaria, ausencia de registros médicos adecuados y ausencia de estadísticas que permitan medir la magnitud del problema. Es de conocimiento público el efecto perjudicial de los agrotóxicos sobre la salud humana tanto a nivel agudo como crónico.
Este efecto sobre la salud tiene una sólida fundamentación científica. La mayoría de los países desarrollados tiene legislación restrictiva sobre el uso de estos productos, actualmente México, y otros como Francia que tiene una legislación que obliga a disminuir cada 5 años, el 30% de agrotóxicos usados hasta dejar de usarlos en el año 2035. Hay mucha tarea por realizar en la Argentina, tanto dentro del sector salud como fuera de él. En el campo de la salud infantil, y continuando la tarea de la SAP, nos hemos propuesto preparar este documento destinado a los pediatras y demás miembros del equipo de salud pediátrico.
Para este fin, seguimos los siguientes pasos:
• Constitución de un equipo de trabajo. Teniendo en cuenta el carácter multidimensional del problema, invitamos a distinguidos profesionales de otras disciplinas para cubrir aspectos centrales del tema. Este grupo está descrito más abajo, y a ellos les quedamos profundamente agradecidos.
• Búsqueda bibliográfica sobre los usos de los agros tóxicos en el país, sus efectos en la salud infantil, y los productos mayormente utilizados en la Argentina, publicados en la literatura científica, libros y, revistas especializadas, con énfasis en los años recientes.
• Preparación de los objetivos, estructura y contenidos del documento. Deseábamos que no solo contuviera la información científica necesaria, sino que además brindara una contextualización de la problemática desde el punto de vista social, político, regulatorio y agronómico. Todo el trabajo fue realizado en plena pandemia de coronavirus, cumpliendo las normas de distanciamiento físico recomendadas por las autoridades nacionales de salud, utilizando los medios actuales disponibles de comunicación: Zoom, Skype, teléfonos celulares y de línea, emails, mensajes de texto, whatsapp, etc.
Decimos que cumplimos con el “distanciamiento físico” pero no, como se dice “el distanciamiento social”, porque la comunicación y el sentido de equipo se mantuvo muy presente entre nosotros en todo momento. Sin este acercamiento social no hubiéramos podido terminar este documento. El documento puede serle útil a muchos profesionales, pero, como se ha dicho, fue escrito pensando especialmente en los pediatras y demás miembros del equipo de salud pediátrico.