Con el objetivo de combatir la desertificación y crear un futuro más sostenible, Arabia Saudita está trazando un camino hacia la forestación, plantando millones de árboles en su vasto desierto.
Contrario a lo que se podría pensar, el desierto de Arabia no siempre fue árido. Según un estudio del Instituto Max Planck, esta región fue un oasis verde durante la Edad de Piedra, sirviendo como refugio para antiguas civilizaciones. Sin embargo, el cambio climático transformó drásticamente este paisaje, convirtiéndolo en el desierto que conocemos hoy.
Plantar árboles en el desierto de Arabia, aunque parezca un desafío, es un objetivo ambicioso que varios países de la región están llevando a cabo. Si bien las condiciones climáticas extremas y la escasez de agua son obstáculos significativos, existen estrategias y tecnologías que permiten convertir estas áridas tierras en zonas verdes.
Arabia Saudita ha emprendido una ambiciosa iniciativa para combatir la desertificación y mitigar los efectos del cambio climático. Su plan estrella: crear un vasto bosque en medio del desierto para mejorar la calidad del aire y restaurar la fertilidad del suelo.
Se ha informado que el gobierno de Arabia Saudita está llevando a cabo dos iniciativas paralelas. Una se desarrollará dentro de sus fronteras y la otra se extenderá a otros países de la región, ambas con objetivos similares.
El detonante de ambos proyectos es la crisis climática. Aunque aún se desconocen muchos detalles, se ha filtrado la ambiciosa propuesta de plantar 50.000 millones de árboles en la península arábiga.
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Arabia Saudita, el problema del agua y las nubes artificiales
Más allá de su propuesta innovadora, el proyecto suscita controversia debido a cuestiones clave como la procedencia de los fondos necesarios y el considerable consumo de agua que implicará la forestación a gran escala.
La escasez de agua y la desertificación están poniendo en peligro la seguridad alimentaria de Arabia Saudita. Al disminuir la fertilidad de sus tierras, el país se vuelve cada vez más dependiente de las importaciones de alimentos, lo que lo vuelve vulnerable a las fluctuaciones de los mercados internacionales.»
Los planes de Arabia Saudita van más allá de la simple adaptación a un clima árido. El país está considerando activamente la manipulación climática a través de la siembra de nubes. Este proceso consiste en introducir sustancias como el yoduro de plata en las nubes, actuando como núcleos de condensación.
Alrededor de estos núcleos, las moléculas de agua se agrupan y forman gotas más grandes, que eventualmente caen en forma de lluvia. Esta técnica, aunque compleja, podría ser una herramienta valiosa para aumentar las reservas hídricas en regiones desérticas.
Para completar el panorama, es fundamental destacar que la iniciativa de Arabia Saudita para combatir la crisis climática va más allá de la reforestación. El país se ha comprometido a reducir drásticamente sus emisiones de dióxido de carbono, un objetivo ambicioso que busca transformar su matriz energética y promover fuentes renovables.
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