Según las proyecciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, durante mayo la agroindustria aportaría unos u$s4.000 millones y por lo menos, hasta septiembre próximo en ningún mes habría un ingreso menor a los u$s3.300 millones.
La campaña 2022 se proyecta que alcanzará un nuevo récord histórico con un ingreso de u$s 41.053 millones por la exportación de granos y subproductos, contra los u$s 38.611 millones del año pasado. Si bien algunos productos tienen altos precios precios, se estima una caída de la producción general por la sequía.
También se tiene en cuenta, que a nivel de ingresos de dólares a la economía argentina acumulado hasta el momento se debe principalmente al crecimiento internacional de precios de los commodities, aceites y sus derivados industrializados por la pandemia mundial del COVID-19.
La economía argentina mantiene altas expectativas sobre el ingreso de divisas por parte del sector granario, ya que es el principal sector exportador del país. Sobre todo, si se tiene en cuenta que el año pasado se convirtió en un récord histórico, con una liquidación de divisas por USD 32.807.933.377, cifra que se ubicó nada más ni nada menos que en un 61,82% por encima de lo registrado en 2021 y casi USD 10.000 millones más en promedio que las exportaciones de los últimos 10 años.
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Números dulces para el 2022
Los datos son contundentes: desde fines de 2020 la soja no para de subir, al igual que el trigo y el maíz y por eso este año se espera que la agroindustria aporte el récord de poco más de u$s51.000 millones, lo que representa u$s16.000 más que dos años atrás.
“El escenario externo se viene mostrando muy favorable para Argentina desde fines del 2020 hasta el presente en lo que respecta a precios de commodities agrícolas. Por distintos motivos los granos se hicieron más escasos en este período, impulsando una competencia entre consumidores de distintos países que derivó, en una importante mejora en las cotizaciones internacionales. Para los países que producen en exceso respecto a lo que necesitan para mantener bien abastecido su mercado interno y en los que el sector agropecuario es una actividad productiva con peso económico propio, caso de nuestro país, el boom de los precios internacionales de las commodities ha sido ganar-ganar: más ingresos para el sector y sus eslabonamientos, más divisas para el país y más recaudación para el Estado”, explica el economista de la Fundación Mediterránea Juan Manuel Garzón.
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El análisis no deja lugar a dudas. En el primer cuatrimestre de este año la soja promedió los u$s648 la tonelada en los puertos argentinos, un precio que se ubica 20% arriba del valor medio del 2021, y si la comparación es contra el 2020, la brecha se amplía al 69%. En maíz, el otro cultivo dominante, que genera actualmente el segundo complejo exportador del país, los precios muestran una dinámica casi idéntica: u$s303 la tonelada en primeros meses de este año, 22% arriba del año pasado y 68% por encima del 2020.
“Para tener orden de magnitud del shock externo favorable, una cosecha de 22 millones de toneladas de trigo, de 43 millones de toneladas de soja y de 50 millones de toneladas de maíz, que son los volúmenes aproximados que tendrá finalmente el ciclo agrícola 2021/2022, vale u$s51 mil millones a los precios internacionales de este año, pero u$s31 mil millones a los precios del 2020, es decir hay u$s20 mil millones de efecto precio. Como no todos los granos se exportan, el premio que generan los altos precios en términos de divisas es aproximadamente el 80% de la cifra anterior, un plus de unos u$s16 mil millones”, adelanta Garzón.
En este contexto, el economista explica que los factores que actualmente sostienen los precios en niveles altos son básicamente tres: las existencias globales (relativamente bajas); los efectos de la invasión de Rusia sobre la producción ucraniana futura (con impacto en maíz, trigo y girasol) y una oferta de soja sudamericana (Brasil, Argentina, Paraguay) que será finalmente bastante menor que la del año pasado.
Como factor bajista asomaría en el horizonte la importante desaceleración de la economía china y probablemente también de la economía global en un contexto de subas de tasas de interés. Por último, un elemento que será también determinante de la dinámica del mercado en próximos meses es la campaña agrícola en Estados Unidos, un mínimo problema en el primer productor y exportador mundial de granos generaría presión adicional sobre los precios, lo contrario sí la campaña avanzase de manera prometedora.
Por lo pronto, estas semanas comenzaron a ingresar a la economía local los dólares de la cosecha de soja, y eso no es poca cosa en un contexto de escasez de divisas. Según las proyecciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, durante mayo la agroindustria aportaría unos u$s4.000 millones y por lo menos, hasta septiembre próximo en ningún mes habría un ingreso menor a los u$s3.300 millones.
Definitivamente habrá más dólares, pero el interrogante que plantea el actual escenario económico es si el Banco Central podrá aprovechar el mejor ingreso de divisas durante este período. En lo inmediato en lo que va de mayo, los datos parecen ser alentadores, durante la primera semana de mayo la autoridad monetaria logró cerrar con compras por u$s520 millones.
“Lo que suceda en las próximas semanas determinará la disponibilidad de reservas con las que contará la Argentina durante este año. Se sabe que el BCRA terminará con una posición compradora pero el interrogante es cuánto podrá comprar y si eso será suficiente para conseguir un mayor poder de fuego en el mercado de cambios y atender la continua demanda de los diversos sectores productivos que hoy son deficitarios. Que ingresen más dólares de por si es una buena noticia pero se tiene que analizar en el conjunto de la economía porque en la práctica es el único sector que genera divisas genuinas y ese el gran problema que está afrontando la economía argentina”, analizó en diálogo con Ámbito el conomista Martín Polo, estratega en Jefe de Cohen.