En Argentina, el 21 de junio se celebra el Día del Apicultor, haciendo honor a todos los productores y trabajadores en el área de la miel en el país.
Esta fecha se conmemora debido a que a lo largo de los años, Argentina se consolidó como una nación competitiva en la producción de miel, posicionándose como el tercer exportador de miel. Este sector productivo no solo impulsa el desarrollo territorial, sino que también fomenta los procesos asociativos de agregado de valor.
Dentro del circuito productivo de alimentos naturales en Argentina, la apicultura permite obtener de las abejas no sólo miel, sino también otros productos como cera, polen, propóleos y jalea real, lo que convierte a la industria melífera en el país.
La cadena de la miel comienza cuando el apicultor cosecha la miel en el momento de un determinado grado de maduración y humedad, según el Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria. También esto está determinado por la conformación de un sello, también denominado opérculo, consistente en una capa de cera que tapa la celdilla o panal.
El apicultor y la producción
El color, olor, sabor, aroma y consistencia de la miel están asociados con su origen geográfico y botánico. Es decir, de las distintas fuentes de flores y plantas visitadas por las abejas, se obtendrá el néctar. El color es una característica de importancia comercial, puede variar prácticamente desde una casi incolora hasta distintos matices de amarillo, ámbar y café.
La consistencia de la miel puede ser líquida o cristalina; la mayoría de las mieles cristalizan con el tiempo. El origen botánico de las mieles y la temperatura definen la mayor o menor facilidad de estas a cristalizar. Por debajo de 14 °C se acelera el proceso de solidificación.
En cuanto a sus propiedades saludables, se considera que en el hogar o en el trabajo siempre son buenos lugares para tomarse un momento para consumir miel, un producto con propiedades y beneficios para la salud.
Con información de: https://www.saladillo.gob.ar/