Tanto para la huerta como para el jardín, el suelo es importante para asegurarnos que todo lo que sembramos crecerá de manera exitosa. En esta nota te vamos a dar los mejores tips de un suelo óptimo.
El suelo, la estructura, el tipo y la calidad son fundamentales para tener un huerto o jardín de alto rendimiento. Con estos 6 consejos podrás obtener un súper suelo.
El suelo es el lugar en el que crecen las plantas, es un ecosistema formado por partes bien diferenciadas que constituyen la estructura del medio agrícola siendo la base para la vida de las plantas y fuente fundamental de elementos nutritivos. Estas partes se pueden dividir en 3 fracciones:
- La fracción sólida, constituida por elementos minerales (arena, arcilla, limo, caliza) producto de la disgregación y la alteración de la roca madre y de la materia orgánica resultante de la descomposición de los restos vegetales y animales.
- la fracción líquida, donde se encuentran en disolución las sustancias minerales y orgánicas solubles; y finalmente,
- la fracción gaseosa, constituida por el gas procedente del aire de la atmósfera, de la vida de los microorganismos y del gas producido por la descomposición de la materia orgánica.
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1.- El color de tu suelo dice mucho sobre él.
Un suelo oscuro nos está diciendo, por lo general, que es un suelo rico en materia orgánica. Ello se debe a la oxidación de los restos orgánicos presentes en la composición del mismo.
2.- La textura.
La textura del suelo también nos ofrece mucha información sobre nuestro suelo. La textura ideal es ni demasiado suelta ni demasiado compacta, el suelo perfecto debe ser quebradizo, ventilado y ligero. Hay un pequeño experimento que se realiza con un puñado de tierra y agua: consiste en mojar esa pequeña área y notarás que se forma un montículo; si se desmorona rápidamente es que el suelo es arenoso, lo que dificulta sembrar o plantar. El suelo ideal permite hacer un montículo firme, y ese es el ideal para realizar un sembrado o plantado.
3.- La profundidad del suelo.
La profundidad del suelo es tan importante como el color y la textura. Es fácil de comprobar, sólo hay que tomar una pala y cavar hasta llegar a la capa dura. Un buen suelo debe tener una profundidad de al menos 25-30 cm, suficiente para que la mayoría de las plantas se desarrollen correctamente. Si nuestro suelo no tiene dicho espesor habrá que añadir tierra hasta crear una capa del tamaño deseado.
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4.- Las malas hierbas.
Hay que estar atento a las malezas que pueblan la tierra que vamos a cultivar. Desde luego tendremos que librarnos de ellas pero hay que tener en cuenta que también nos dan información sobre nuestro suelo. Las malas hierbas nos informan sobre la calidad y las cualidades de nuestro suelo, si tiene suficientes nutrientes y de qué tipo. Un suelo en el que no crecen malas hierbas nos estará hablando de un terreno estéril que habrá que enriquecer y reestructurar.
5.- El análisis del suelo.
Sobre todo cuando comenzamos a cultivar un terreno es imprescindible analizarlo para saber su tipo, sus características y el nivel de nutrientes que contiene así como su pH. Este análisis se puede realizar con un kit especial que puedes conseguir en un vivero, o en un centro de venta dedicado al estudio del suelo en sí.
6.- Materia orgánica.
La materia orgánica siempre debe estar presente en cualquier suelo para garantizarnos una buena fauna que ayude a su descomposición y libere los nutrientes que las raíces de las plantas pueden absorber. Compost, estiércol, abono verde, las posibilidades son muy amplias y debemos aportarlas al suelo antes del cultivo y después cada temporada.