En la nota, se podrá encontrar estrategias clave para poder anticiparse a incendios forestales en un escenario vulnerable por las condiciones de tiempo.
La llegada de un clima seco y caluroso anticipa una temporada de incendios forestales más intensa en Argentina. Con más de 2080 incendios registrados en 2024, afectando cerca de 147,000 hectáreas, los pronósticos climáticos advierten sobre temperaturas por encima de lo normal y escasas lluvias. Provincias como Corrientes, Santa Fe, Formosa, Chaco y Santiago del Estero son especialmente vulnerables, debido a la acumulación de material vegetal en áreas con bosques nativos y pastizales secos.
Nicolás Mari, investigador del INTA, señala que estamos frente a un escenario de alto riesgo debido a la temprana ocurrencia de incendios, que tradicionalmente comenzaban en agosto o septiembre. En este contexto, es vital implementar estrategias integrales de manejo para prevenir y mitigar el impacto de estos eventos.
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Entre las recomendaciones se destacan la realización de quemaduras controladas, el mantenimiento de cortafuegos y la limpieza de picadas en terrenos rurales. Estas acciones ayudan a reducir la acumulación de material combustible, un factor clave en la propagación de incendios. Asimismo, es esencial mantener caminos rurales y accesos despejados, lo que facilita tanto el control de incendios como el acceso de equipos de emergencia.
El monitoreo constante también juega un papel crucial. El uso de tecnologías satelitales y sistemas de alerta temprana, como los proporcionados por la CONAE, permite detectar focos de calor en tiempo casi real, lo que brinda la oportunidad de actuar antes de que el fuego se expanda. Además, es fundamental que los productores agrícolas estén atentos a las áreas más susceptibles a incendios, especialmente durante los meses más secos.
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Para una respuesta eficaz, es necesario fortalecer la coordinación entre Bomberos Voluntarios, Brigadas Forestales y Defensa Civil, asegurando que cuenten con los recursos adecuados y planes específicos adaptados a las características locales.
En conclusión, ante el aumento del riesgo de incendios, la prevención y la preparación son esenciales. La implementación de prácticas de manejo adecuadas, el monitoreo continuo de las condiciones climáticas y la utilización de tecnologías avanzadas son herramientas clave para enfrentar este desafío y proteger tanto el medio ambiente como las comunidades afectadas.