El gigante asiático retomó su lugar como principal socio comercial de Alemania, impulsado por un fuerte incremento en importaciones de maquinaria y tecnología. El cambio impacta en las cadenas agrícolas, desde equipos hasta insumos estratégicos.
El comercio total entre Alemania y China alcanzó 185.900 millones de euros entre enero y septiembre, recuperando para Beijing el primer puesto que había perdido en 2024. El motor de ese avance fue el salto del 8,5% en las importaciones alemanas, especialmente en maquinaria, equipos eléctricos y tecnología, bienes que también son clave para la modernización agrícola europea y global.
Mientras tanto, las exportaciones de Alemania hacia China cayeron un 12,3%, reflejando la debilidad de la demanda china y los ajustes en industrias alemanas como la automotriz, que históricamente traccionan exportaciones de maquinaria agrícola y equipamiento pesado. Este retroceso profundizó el déficit comercial alemán, que podría superar los 87.000 millones de euros este año, un récord histórico.
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La menor participación de Estados Unidos —cuyas relaciones comerciales con Alemania se contrajeron 3,9%— y los nuevos aranceles impulsados por la administración Trump generaron un “desvío” de productos chinos hacia Europa. Ese reacomodamiento también se siente en el agro: China incrementó sus colocaciones en mercados clave, fortaleciendo su posición como proveedor global de insumos, tecnología y materias primas estratégicas.
Aun así, Alemania busca diversificar proveedores para reducir su dependencia de China en componentes críticos como chips y tierras raras, esenciales para maquinaria agrícola, automatización y sistemas de precisión. En este nuevo mapa comercial, Europa intenta equilibrar la necesidad de abastecimiento con un entorno geopolítico cada vez más volátil.




