Para fin de siglo, la Argentina registrará un incremento en las temperaturas promedio y una mayor variabilidad climática con fenómenos extremos más intensos y frecuentes. Desde el INTA recomiendan anticiparse a este contexto para una mejor adaptación.
Más de 25 modelos climáticos globales internacionales de diferentes centros de investigación del mundo coincidieron en una serie de estimaciones regionales para fin de siglo. Entre 2070 y 2100, advierten que la Argentina registrará hasta un 20 % menos de precipitaciones para la región Cuyo y Patagonia y un aumento de hasta un 20 % para el resto del territorio nacional.
Además, indican que las temperaturas promedio en nuestro país aumentarán entre 2 y 4° C. De este incremento, estiman que habrá una mayor intensidad y frecuencia de fenómenos extremos que afectarán, entre otros sistemas, al agroalimentario. Se trata del escenario más pesimista que considera una sociedad y un mundo sin cambios.
A pesar de este escenario pesimista, Gabriel Rodríguez –especialista en variabilidad climática del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar– aseguró que “comparado con otras regiones del mundo, el cambio climático afectará al sector agrícola de la Argentina de un modo moderado, en lo referido a precipitaciones y temperaturas”.
Es que, según el investigador, “a partir de varios estudios del INTA, podemos estimar que los rendimientos de los principales cultivos agrícolas a escala regional van a aumentar, a pesar del impacto del cambio climático en el sector”. De todos modos, advirtió: “También habrá pérdidas, en especial, en aquellos sitios donde los incrementos de las lluvias no alcancen para compensar la mayor demanda hídrica derivada del aumento estimado de las temperaturas, lo que generará diversos grados de déficit hídrico”.
“El clima siempre ha sido un factor de riesgo para el sector agropecuario que se verá potenciado en el contexto del cambio climático”, aseguró el técnico del INTA para quien es “clave” una modificación de la productividad vegetal y animal a fin de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Para Rodríguez, “ciertos procesos ajenos al cambio climático como la degradación de los suelos, la contaminación ambiental y la deforestación podrían intensificar los efectos del sobre el sector”.
Rodríguez: “Si empezamos a adaptarnos a la variabilidad climática vamos a estar mucho mejor adaptados y seremos capaces de enfrentar los desafíos que nos plantea el cambio climático”.
En este sentido, consideró “estratégico” conocer estas estimaciones climáticas hacia fin de siglo para tomar decisiones y anticiparse. “Si empezamos a adaptarnos a la variabilidad climática vamos a estar mucho mejor adaptados y seremos capaces de enfrentar los desafíos que nos plantea el cambio climático”. Y subrayó: “Debemos trabajar hoy para una mayor adaptación a futuro. Hay muchas cosas para ajustar, a fin de poder adaptarnos y aprovechar, así, estas condiciones favorables”.
De acuerdo con el especialista, el sector agropecuario argentino siempre mostró una gran capacidad de adaptación a la variabilidad del clima. Sin embargo, es necesario un acompañamiento desde el INTA a los productores en este proceso mediante el diseño de políticas y estrategias de adaptación.
Asimismo, recalcó que el cambio climático es un fenómeno a largo plazo consecuente con la acción del ser humano, un proceso continuo que sigue siempre la misma tendencia. Y no dudó en confirmar que “habrá una mayor frecuencia y una mayor intensidad de los fenómenos extremos, para lo cual debemos estar preparados”.
De todos modos, reconoció que “hoy, la ciencia no cuenta con las herramientas necesarias para asociar eventos concretos al cambio climático”.