Del fútbol a la agroindustria, dos pasiones marcadas por el trabajo en equipo

Enrique “Quique” Ortiz dejó el fútbol a los 28 años para terminar la carrera de agronomía de la UNC. Fue campeón con Instituto y jugó en la Europa League. Actualmente comercializa insumos premoldeados para el agro y en ambas actividades, la perseverancia y el trabajo en equipo fueron las claves para alcanzar sus objetivos.

La pasión de Enrique “Quique” Ortiz por el fútbol lo llevó a entrenar diariamente para alcanzar el máximo sueño de todo jugador: ser campeón con el club de sus amores.

Formado en las inferiores del club Instituto de Alta Córdoba, Ortiz integró el plantel que ganó el campeonato y ascendió a la primera división del fútbol argentino en 2005. Mientras jugaba en La Gloria, estudiaba agronomía, aprovechando los viajes de concentración para estudiar.

Poco tiempo después, el club lo vendería al FC Lyn Oslo de Noruega, donde jugó dos años y medio, y compitió en la Europa League. Después de esa experiencia, regresó a Córdoba, pero en Instituto no lo tuvieron en cuenta. Fue ahí cuando decidió retirarse para recibirse de ingeniero agrónomo.

Hoy, con su título en mano, no se arrepiente de nada. Entiende que había cerrado un ciclo y debía priorizar su otra pasión: la agronomía. Desde su graduación en 2011, está vinculado al sector agropecuario. Actualmente se dedica a la comercialización de insumos premoldeados para el agro como asesor de la firma Gallará.

Quique viaja a las exposiciones rurales, representando a la empresa que participa activamente del programa provincial “CBA Vidriera Productiva”.

Se trata de la iniciativa que ejecuta el Ministerio de Biagroindustria para potenciar a los pequeños y medianos productores agropecuarios de diferentes regiones de la provincia.

El ingeniero nos contó su historia en primera persona.

¿Por qué decidiste estudiar agronomía?

Desde chico jugaba al fútbol y estudiaba. En mi casa siempre me inculcaron que si no estudiaba no iba a jugar. Me iba bien en el colegio, nunca me llevé ninguna materia en la secundaria, y cuando terminé el colegio creía que había alcanzado el objetivo, pero no, tenía que tener un título universitario.

Como primera opción pensé en estudiar educación física, pero me di cuenta que iba a tener mucho desgaste físico haciendo el profesorado, entonces pensé en hacer algo más con la cabeza que con el cuerpo. Si bien no vengo de una familia de campo, siempre me gusto el agro. Yo estudié en el Carbó, hice el bachillerato biológico, lo que me dio una muy buena base de biología y Ciencias Naturales. Siempre me gustaron los animales y el contacto con la naturaleza y por eso, luego de hacer un test vocacional, me incliné por estudiar agronomía.

¿Qué actividades vinculadas al agro realizaste después de haberte retirado del fútbol profesional?

Armé una pequeña empresa de mantenimiento de parques y jardines, la cual hasta el día de hoy la sigo teniendo con socios amigos. Hacemos trabajos de mantenimiento de parques y jardines; y también realizamos forestación en predios.

Tuve la posibilidad de ser responsable de un trabajo en Montecristo en la planta de YPF para reforestar con árboles nativos. Incursioné también en la producción hortícola e hicimos una producción de pimientos. Siempre estuve vinculado con el campo y con el agro, es mi cable a tierra.

Actualmente recorres las distintas exposiciones rurales, ¿Qué similitudes hay entre este trabajo y el fútbol?

Lo que veo es un gran trabajo en equipo, todos los productores ponen un empeño muy grande para recorrer la provincia y el país en las distintas exposiciones rurales.

Los productores, al igual que los futbolistas, no bajan los brazos y siempre están trabajando para mejorar y es admirable la dedicación con la que cuidan sus animales para las exposiciones, los productos que elaboran, y todo lo hacen en equipo.

El fútbol tiene mucho de eso, de entregar todo de manera individual y también aprender a trabajar en equipo para obtener buenos resultados.

¿Cuáles fueron tus primeros trabajos como ingeniero agrónomo?

Cuando dejé de jugar al fútbol, comencé a trabajar en una inmobiliaria rural, donde como ingeniero agrónomo asesoraba a productores y en el medio surgió la necesidad de tener una matrícula profesional así que también me recibí de corredor inmobiliario, por lo que ocasionalmente me dedico a los alquileres, compra y venta de propiedades rurales.

¿Cuáles fueron tus logros personales que sentiste como si fueran campeonatos?

Cuando me pude recibir de ingeniero agrónomo y de corredor inmobiliario, celebré ambas cosas como si fueran campeonatos. Hacer las dos cosas al mismo tiempo fue un sacrificio enorme, similar al desafío de que tenía cuando jugaba y aún estudiaba. Recuerdo volver de jugar los partidos, y pedir que me dejen en la Plaza España. Ahí me sacaba la campera del club y sacaba los apuntes para irme a la facultad a tomar clases.

El día que rendí la última materia y me fue bien, tanto en agronomía como de corredor inmobiliario, fueron dos logros que celebre como si fueran campeonatos”.

¿Qué recuerdos tenés de la facultad de agronomía?

Mis compañeros me ayudaban muchísimo con apuntes, resúmenes, pasándome las clases a las que yo no podía asistir porque estaba de viaje o entrenando y también la calidad humana de los profesores, a los cuales por ahí los cruzo en alguna disertación o en alguna exposición rural. Ellos fueron muy importantes, porque en ese entonces te dejaban recuperar las clases para no quedar libre y la verdad que llevo ese grato recuerdo del apoyo que sentí en la facultad. También el trato personalizado que teníamos con los profes y la calidad humana de gente que conocí.

¿Te reconocían en la Facultad?

Había gente que me conocía y gente que no. Yo siempre traté de tener un perfil bajo, iba, me sentaba a la clase, prestaba atención y después terminaba y me iba a mi casa a descansar o a estudiar para el próximo parcial.

¿Qué aprendizajes te dejó el fútbol?

La conducta por sobre todas las cosas. Llevar una vida saludable, no tomar, no fumar, ser ordenado con los horarios poder estar siempre bien al 100 por ciento, en el trabajo, con la familia y con los amigos.

Sobre todo, creo que la perseverancia. Porque no siempre todo sale bien, a veces te lesionas o tenés que afrontar obstáculos que hacen que uno por ahí quisiera estar jugando y no puede por decisiones del técnico.

Todos estos aprendizajes los aplico hoy a mi trabajo y trato de que el lugar que yo ocupe en una organización sea pujante, positivo y siempre con perseverancia, mirando hacia adelante para alcanzar los objetivos.

¿Quién fue tu referente en el futbol?

Siempre me fijé en Javier Zanetti, es un gran profesional, una gran persona. Tuve la suerte de poder intercambiar camiseta con él.

¿Cómo fue jugar en Noruega?

Fui el primer argentino en jugar profesionalmente en esta liga. Me encontré con un país sumamente ordenado, que tiene cuatro millones de personas y todo funciona, todo anda, mucho respeto, orden, higiene, podes andar por la calle tranquilo, no hay inseguridad, eso me encantó.

Estuve dos años y medio viviendo en Oslo. Es una ciudad que tiene costa de mar y tiene una geografía de montañas llena de pinos, y el verano y la primavera son muy hermosos. Los espacios verdes lleno de tulipanes, es muy linda y muy tranquila.

¿Pudiste ver como se trabaja en el campo en esa parte del mundo?

Lamentablemente no pude incursionar un poco más en el tema del agro porque los entrenamientos eran muy exigentes y no me quedaba tiempo para realizar ninguna otra actividad.

Ellos producen una variedad de trigo muy corta. He visto campos sembrados con trigo. Me hubiera gustado conocer un poco más acerca de la producción agropecuaria en esa parte del mundo.

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