Especialistas del INTA y del Conicet trabajan en el desarrollo de un inoculante autóctono deshidratado por secado spray para la conservación de forrajes.
Los forrajes constituyen una parte importante de la alimentación animal. Forman este grupo de vegetales plantas herbáceas, anuales o plurianuales, gramíneas o leguminosas, cuyo aprovechamiento ganadero se puede realizar directamente mediante pastoreo, o derivando la producción mediante la práctica agrícola de la siega. Este forraje fresco puede suministrarse al ganado en verde o conservándolo reduciendo su grado de humedad hasta niveles que permiten su conservación en el tiempo y en el espacio.
La Argentina posee una productividad anual de recursos naturales y cultivados de 244 millones de toneladas por año, una cifra que permite dibujar futuros escenarios de producción ganadera en sistemas pastoriles. Asimismo, detalla que la productividad anual de la Mesopotamia va entre 3 mil y 7 mil kilos por hectárea, mientras que en las regiones Pampeana y Chaqueña es entre 2 mil y 5 mil y para la Patagonia es menor a 2 mil.
El 60% del territorio nacional está cubierto con pastizales y pasturas que abastecen, en gran medida, la actividad ganadera del país. Presentan una alta variabilidad estructural y funcional a diversas escalas espaciales: provincias fitogeográficas, unidades de paisaje, comunidades vegetales y estados de degradación dentro de una comunidad vegetal.
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Bioinoculante deshidratado como conservante forrajero
Cada año aumenta el número de productores argentinos que incorporan inoculantes a sus silos, pero aun así la gran mayoría de los productos disponibles en el mercado provienen del exterior, siendo escasa la producción nacional. Frente a esto, especialistas del INTA y del Conicet trabajan en el desarrollo de un inoculante autóctono deshidratado por secado spray para la conservación de forrajes.
El ensilado es un proceso de conservación del forraje basado en una fermentación láctica del material vegetal que produce mayoritariamente ácido láctico y, como consecuencia, una disminución del pH por debajo de 4,5.
Jesica Blajman, especialista del Instituto de Investigación de la Cadena Láctea (Idical) –INTA/Conicet–, explicó: “Si bien la fermentación puede tener lugar por la actividad espontánea de la microbiota naturalmente presente en el material utilizado, también puede inducirse, controlarse, estandarizarse y mejorarse mediante el empleo de inoculantes para silos formulados principalmente con bacterias ácido lácticas (BAL)”.
La mayoría de los inoculantes disponibles en el mercado provienen del exterior. Sin embargo, existen tecnologías nacionales que generan productos de menor vida útil o que son de ocho a 10 veces más caras que el secado spray, como los cultivos líquidos o liofilización. “El secado spray es una tecnología de menor costo y ampliamente instalada y disponible en la cuenca lechera santafesina, ya que es utilizada para la producción de leche en polvo”, expresó Blajman.
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De esta manera, y con una tendencia de empleo de inoculantes para silos en crecimiento sostenido en la Argentina, el INTA realiza ensayos y trabaja en el desarrollo de un cultivo multicepa secado spray como herramienta para la conservación de forrajes. “La inoculación permite alcanzar beneficios nutricionales y económicos en comparación con la fermentación espontánea”, agregó la especialista.
“Actualmente estamos ejecutando ensayos in vivo en microsilos, de aproximadamente 10 litros de capacidad, en donde comparamos la performance del bioinoculante nativo con uno comercial importado y con un grupo control sin adición de bacterias ácido lácticas”, expresó Blajman y detalló: El primero cuenta con tres cepas nativas e incluye bacterias que permiten reducir las pérdidas de energía, nutrientes y materia seca y resultan útiles para inhibir el crecimiento de microorganismos indeseables y, de este modo, mejorar la estabilidad aeróbica una vez que el silo es abierto.
“En silos de alfalfa y silos de avena consociada con vicia los ensayos in vivo arrojaron resultados promisorios”, continuó Mónica Gaggiotti, especialista del INTA, y explicó que la inoculación aumentó el contenido de materia seca y ácido láctico, mientras que redujo el pH y la concentración de ácido acético, etanol y nitrógeno amoniacal.
En cuanto a las bacterias ácido lácticas totales, microorganismos benéficos, la suplementación incrementó su población. Además, disminuyó los recuentos de hongos y levaduras. De esta manera, los resultados sugieren que los efectos positivos en los silos tratados podrían ser consecuencia de la acción del inoculante nativo.
En este sentido, Gaggiotti expresó: “El empleo apropiado de estos productos redunda en una mayor calidad del alimento, menor deterioro aeróbico una vez abierto el silo y una mayor aceptabilidad por parte del ganado”.
“Considerando que el ensilaje representa del 40 % al 60 % de la ración de vacas lecheras, un inoculante nacional, competitivo desde el punto de vista del costo y de la funcionalidad, podría ser bienvenido por el productor agropecuario, y optimizar las condiciones sanitarias y de producción de las explotaciones regionales”, consideró la investigadora.