El Presidente ratificó el rumbo de déficit cero y confirmó que seguirá reordenando partidas en 2026; el fuerte recorte ya impacta en provincias, subsidios e inversión, con efectos directos sobre el sector agropecuario.
El presidente Javier Milei confirmó que el Gobierno continuará con la política de ajuste fiscal, incluso más allá de lo aprobado por el Congreso en el Presupuesto 2026. En ese marco, sostuvo que seguirá “acomodando las partidas” para sostener el objetivo de déficit cero, tras un recorte acumulado de unos $50 billones en los primeros dos años de gestión, equivalente a US$8.000 millones a precios constantes, según estimaciones del IARAF.
De acuerdo con ese informe, el gasto primario se redujo un 27,2%, pasando de $185 a $134 billones, con una poda especialmente profunda en transferencias a las provincias. Las transferencias de capital cayeron 93,8%, un ajuste sin precedentes que impacta de lleno en obras de infraestructura clave para el agro, como caminos rurales, mantenimiento hídrico y logística en el interior productivo.
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También se registraron fuertes recortes en subsidios y en inversión real directa, con bajas del 83,9% y 73,5% respectivamente, además de una reducción del 26% en el gasto salarial del Estado. Para el sector agropecuario, estos recortes repercuten en los costos energéticos, el transporte y la competitividad de las economías regionales, especialmente en actividades intensivas como tambo, feedlots y agroindustria.
El único rubro que mostró un aumento fue la Asignación Universal por Hijo, con una suba real del 70%, mientras que programas sociales, subsidios a la energía y la inversión pública concentraron la mayor parte del ajuste. En clave agro, el escenario abre un doble desafío: por un lado, una macroeconomía más ordenada y previsible, y por otro, menor presencia del Estado en infraestructura y asistencia, lo que obliga al sector productivo a ganar eficiencia en un contexto de menor gasto público.




