En Argentina, en particular, tiene una relevancia sustancial, no sólo por su potencial contribución a la seguridad alimentaria global sino por el aporte a la economía y empleo del país.
Si no exportáramos, miles de puestos de trabajo no existirían. Argentina llega a 160 países con sus exportaciones agroindustriales. De todos los productos agroindustriales que andan dando vueltas en barcos por el mundo, el 11% lo producimos en Argentina.
Se propuso un diagnóstico de la situación que enfrentó la Argentina en los últimos 20 años y cómo fue su inserción en el comercio internacional cambiante, a fin de evaluar posibles estrategias de inserción a futuro. En un contexto de demanda creciente de alimentos principalmente impulsada por Asia y África, se estima se sostendrá el crecimiento de las exportaciones agroindustriales aunque a un ritmo menor al experimentado en las últimas décadas.
Se trata, entre otras cosas, de un rubro dinámico en la generación de empleo y con una fuerte impronta exportadora. En relación con esto, en 2021 las exportaciones del sector fueron de US$ 52.800 millones y representaron más del 67% del valor exportado por Argentina.
Por otro lado, a nivel mundial cobran relevancia conceptos tales como seguridad alimentaria, cambio climático y sistemas alimentarios, definiendo la agenda de discusión geopolítica e interpelando a todos los sectores, pero en particular a la agroindustria por su rol en los mismos.
En este sentido, el desarrollo de la bioeconomía se ofrece como una oportunidad para la promoción de la interacción del conocimiento, innovación y de la biomasa, ofreciendo la posibilidad de nuevos encadenamientos para la producción de bienes, tecnologías, servicios y energía bio-basadas, que mejoran la performance ambiental y la calidad de vida de toda la población.
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Argentina en general, y el sector en particular, tienen atributos claves para contribuir al nuevo paradigma y convertirse en un proveedor confiable de bienes y servicios que son, sobre todo, renovables y de producción sostenible ambientalmente.
El sector agroindustrial tiene un rol clave a nivel internacional: el desafío de proveer alimentos para personas y animales, fibras y combustibles, a pesar de la crisis del desabastecimiento, para una población cercana a los 10 mil millones de habitantes en 2050, siempre de una manera lo más sustentable posible.
En términos de comercio internacional, mientras la agroindustria representa menos del 10% de los intercambios mundiales, para Argentina constituye el 60% de sus ventas externas. En los últimos años la reconfiguración de la escena internacional se plasmó en el comercio de mercancías a través del incremento de la participación (tanto en exportaciones como en importaciones) de países en desarrollo
La importancia de la agroindustria y las exportaciones en Argentina
El informe demuestra que ese aporte no se repite en todos los rubros: las cadenas agroindustriales y el transporte son los únicos con superávit comercial. «De todos modos, la agroindustrial lidera ampliamente: el saldo positivo del transporte es mínimo, con US$ 233 millones, mientras que las cadenas agroindustriales acumularon US$ 45.368 millones en 2021. Por otro lado, el resto de los rubros demandan dólares», dicen desde FADA.
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«Es por esto que puede decirse que las cadenas agroindustriales ‘financian’ los saldos comerciales deficitarios de los restantes rubros (textil, química y conexos, electrónica, maderera, maquinaria nuclear e industrial). Esto quiere decir que gracias al balance positivo del agro podemos importar ropa, tecnología, maquinaria, etcétera», explica David Miazzo, Economista Jefe de FADA.
Si no exportáramos, miles de puestos de trabajo no existirían. Argentina llega a 160 países con sus exportaciones agroindustriales. De todos los productos agroindustriales que andan dando vueltas en barcos por el mundo, el 11% lo producimos en Argentina. Es importante que todos sepamos por qué es bueno exportar para dejar atrás falsas creencias que confunden», afirma Nicolle Pisani Claro, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), que ayer publicó su Monitor de Exportaciones Agroindustriales con datos que no paran de sorprender.
El informe se presenta como una herramienta que permite visualizar el gran potencial exportador de Argentina.
En 2021, ingresaron US$ 54.895 millones en concepto de exportaciones agroindustriales, equivalente a 70% de las exportaciones argentinas. Dicho de otro modo, 7 de cada 10 dólares por exportación provienen de las cadenas del agro. Es casi el único rubro que presenta un superávit comercial sostenido a través de los años.
A nivel macro, agrega FADA, disponer de más dólares genera múltiples beneficios: implica tener más respaldo para nuestra moneda y así evitar devaluaciones y cepos cambiarios. Con una moneda más fuerte el poder adquisitivo de los argentinos puede mejorar, en lugar de seguir deteriorándose. Generar dólares genuinos evita que el país tenga que endeudarse y que cada tanto no pague sus deudas.
«Aunque exportar más no es suficiente para lograr esto, para poder llegar a eso es necesario que proteger la moneda reduciendo el déficit y la emisión monetaria», aclaran desde FADA.
Un contexto muy incierto
La actividad agropecuaria es intrínsecamente riesgosa debido a la influencia de los fenómenos climáticos, como también en términos de precios, tanto por factores internacionales como domésticos. Sin embargo, los tiempos recientes se vieron marcados por factores que amplifican la incertidumbre propia de la producción.
Por ejemplo, si se considera la actual coyuntura, la invasión de Rusia a Ucrania y las posteriores sanciones resultaron en grandes incrementos en los precios de los granos, pero también de los principales insumos, como fertilizantes y combustibles.
Más a largo plazo, los desafíos vinculados al cambio climático y a las políticas que se encuentran en carpeta para su mitigación presentan grandes interrogantes a futuro. Por un lado, el calentamiento global podría traer aparejado un incremento en la frecuencia de eventos climáticos adversos. En ese sentido, todas las estrategias que apunten a la adaptación de la producción y la infraestructura a este nuevo escenario serán de utilidad.
Top 5 en el mundo
El informe revela que las cadenas agroindustriales criollas llegan a más de 160 países y que Argentina está en las primeras ubicaciones en diversos rankings mundiales.
«Somos el primer exportador mundial de harina y aceite de soja, aceite y jugo de limón, porotos y maní. Estamos segundos con maíz y yerba, terceros con soja, cuartos con las peras y la leche en polvo y ocupamos el quinto puesto con harina de trigo, camarones y langostinos, lanas, aceite de girasol y carne bovina», dicen desde FADA.
«Al analizar algunos de los productos, es posible conocer que con el aceite de girasol y sus derivados llegamos a 37 países. También que en 49 países disfrutan de nuestros limones, aceites y jugos. También se detalla que estamos en la mesa de 48 países con nuestra carne de vaca», añade FADA.
«Es un orgullo estar en esta infinidad de países, pero más importante aún es si pensamos en los empleos argentinos que involucra venderle a otros países y los dólares que ingresan al país producto de esas ventas», destaca Pisani Claro.
Empleo y exportaciones
«Cada vez que se exporta cualquier producto se está generando trabajo. En promedio, de los 20 complejos agro seleccionados, exportamos el 50% de lo que producen las cadenas agroindustriales, la otra mitad abastece lo que consumimos en el país», agrega el informe.
«Esto quiere decir que, si no le vendiéramos al mundo, miles de esos trabajos no existirían. Además de todos los puestos indirectos que se generan en el circuito de exportar», comenta Pisani Claro. La cadena del maní exporta el 88% de su producción y, sin la exportación, no existirían gran cantidad de los puestos de trabajo que genera. En el caso de la carne, se exporta 27%: son 100.000 puestos de trabajo vinculados a la exportación «y estamos así en los asados de 48 países».
Además del empleo directo, cada persona que trabaja en este circuito, a su vez consume y genera empleos en otros sectores: construye, compra un auto, ropa, consume en la verdulería, etcétera.
Perspectivas para 2022
«Las perspectivas para 2022 es que el campo genere aún más dólares que en 2021. Este aumento de las exportaciones se deriva, principalmente, de la mejora de precios, impulsada por la guerra Rusia-Ucrania. Las exportaciones crecerán, aún cuando la producción de granos, carne bovina y uva, por tomar algunos ejemplos, será menor», analiza Miazzo.
Hay otros tres aspectos que limitarán la producción y la exportaciones: los costos, que han aumentado de manera sustancial, en particular fertilizantes; atraso del tipo de cambio oficial, que encarece costos como los fletes y las labores al medirlas en dólares y políticas públicas como las restricciones a las exportaciones de trigo, maíz y carne, y medidas que reducen el precio percibido por el productor como los fideicomisos de trigo y aceites y la eliminación de los diferenciales de derechos de exportación de harina y aceite de soja.
Sobre las retenciones (o DEX), Miazzo dice: «Los DEX reducen el precio que se percibe y por ello tiene efectos negativos en la producción. Cuando se reducen, el productor percibe una mejora en el precio, incentivándolo a invertir para producir más y, de esta manera, generar mayor actividad económica, exportación y empleo. A su vez, cuando se produce más, se exporta más e ingresan más dólares que contribuyen a atender los compromisos del país. Cuando se exporta se generan dólares de manera genuina y no tenemos que salir a pedir prestado o incumplir nuestras obligaciones como país. Se genera un círculo virtuoso».