La ciencia analizó y determinó que el cascarón de huevo tiene la propiedad de absorción de metales pesados y lo están utilizando para descontaminar los afluentes de ríos.
Los 65 millones de toneladas de huevo que se produjeron en el mundo representaron un problema ambiental por las cáscaras que quedaron como desecho. Sin embargo, un grupo de investigadores y científicos han descubierto que es posible aprovechar estos desechos para absorber hasta un 90 por ciento de metales pesados como el mercurio, zinc y plomo, entre otros.
Esta labor es un trabajo en conjunto con investigadoras que han implementado barreras químicas a base de cascarón de huevo para limpiar cuerpos de agua.
“La cáscara se lava y se tritura para que después sirva como filtro de metales pesados en el agua” enfatizó Carlos Peláez, director del Grupo Interdisciplinario de Investigación de Estudios Moleculares, de la Universidad de Antioquia. De ese modo, los residuos de la industria agrícola permitirían limpiar la contaminación del agua causada por la minería o los rellenos sanitarios. La investigación está lista para ser aplicada, solo requiere un patrocinio.
Bernardo Galán es el delegado de esta organización y quien explicó cómo funciona la cáscara de huevo como agente descontaminante. La cáscara, junto con óxido de magnesio y óxido de calcio, forman una mezcla que penetra en la tierra aledaña al afluente y contribuye a eliminar metales pesados y también restos de heces fecales.
“En una zanja de un metro de ancho por 10 metros de profundidad vertemos nuestra mezcla físico-química y ahí se lleva a cabo el proceso. En temporal de lluvia se realiza la absorción de los metales y la recuperación de minerales”, explicó Galán.
Con esta mezcla se puede absorber hasta 70 % de la materia orgánica y hasta el 20 % los metales pesados y sus contaminantes según el activista.
En el mes de agosto se coordinará una jornada de descontaminación. El objetivo es “sembrar” 12 toneladas de la mezcla con cáscara de huevo en la zona cercana al río Santiago. Los primeros resultados con suerte, se podrán apreciar luego de un año.
Se deberá realizar un monitoreo para evaluar los cambios que se van produciendo en el agua, a la vez que se renueva la mezcla de cáscaras y productos químicos depositada cerca del río.
A la par, se realizarán campañas de plantación de árboles con el objetivo de limpiar el subsuelo de metales pesados de manera orgánica a la vez que se va acelerando la biodegradación de las cáscaras y se potencian los resultados.
Una técnica comprobada y exitosa
El río Santiago, el segundo más largo del país, forma parte de la cuenca Lerma-Chapala-Santiago; nace en el central Estado de México y tiene su desembocadura en el lago de Chapala, al occidente.
Esta técnica fue utilizada en 2020 para intervenir siete pozos de agua en el poblado de Lerma, donde nace el río Santiago.
Los resultados fueron evaluados parcialmente por los activistas en conjunto con académicos y hasta ahora han constatado una disminución de 60 % del material orgánico y de 25 % de los metales pesados presentes en esa parte del río. En el mes próximo se deberán hacer evaluaciones más profundas.
La colecta de cáscaras de huevo ha convocado a ciudadanos, empresas avicultoras o del sector hostelero de Jalisco quienes donan las cáscaras que consumen.
En el centro de acopio las cáscaras son secadas de manera natural y trituradas hasta hacerlas polvo para luego ser almacenadas hasta su uso.
Contaminación y enfermedades
Para la organización H2O, trabajar en el río Santiago es importante debido a la gran cantidad de personas que se abastecen del agua contaminada del afluente y que, al menos desde hace dos décadas, tienen enfermedades renales y diversos tipos de cáncer.
Una de ellas es El Salto, un municipio en el que cientos de personas han muerto de enfermedades renales no solo por el agua que beben, sino por aspirar los vapores tóxicos que emanan del río.
Un estudio realizado en 2010 por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí -financiado por el Gobierno de Jalisco pero ocultado durante una década- detectó en el agua metales pesados como plomo, arsénico, benceno o cadmio, así como mercurio en la sangre en hasta 98 % de los niños de seis poblados cercanos.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se pronunció al respecto en 2020 y emitió una resolución en la que pide a México adoptar medidas “para preservar la vida, integridad personal y salud de los pobladores de las zonas a hasta cinco kilómetros” del río Santiago.
Para los activistas de H2O poder limpiar el agua y los olores fétidos que esta emana es una manera de empezar a ayudar a los pobladores de los municipios aledaños al río, aunque recordaron que el trabajo contempla un período de cinco años.