En climas fríos, a pesar de los cuidados de sus propietarios, las vacas también saben cómo prepararse ellas mismas para el invierno.
En los paises más fríos, granjeros adoptan una variedad de técnicas para cuidar a sus vacas en el invierno para que estén calientitas y cómodas durante toda la temporada.
Gracias a su gruesa piel, pelo y aislamiento natural, las vacas prefieren las temperaturas entre 40 y 65 grados Farenheit. Siempre y cuando estén bien alimentadas, saludables y tengan un lugar seco donde dormir, a ellas no les molesta el frío.
Para mantener a sus vacas cómodas cuando baja mucho la temperatura, Dziurgot y su equipo cierran las puertas del establo y cuelgan cortinas plásticas sobre los lados que son naturalmente abiertos. Dependiendo de qué tan frío esté, a veces suben las cortinas un poquito para dejar que circule el aire. Incluso un establo sin calefacción puede mantenerse a una temperatura agradable, gracias al calor corporal que generan las vacas.
Puede ser peligroso para las vacas estar mojadas bajo viento frío; por suerte, ellas prefieren estar en establos secos donde tengan mucho espacio para acostarse, caminar, comer y tomar agua fresca.
Aunque las vacas pueden estar de manera natural en temperaturas más frías, Dziurgot dice que ellos toman precauciones adicionales en su granja para mantener a los becerritos lo más cómodos posible.
En la granja Greenbacker, cada becerro tiene su propio cobertizo que le sirve de hogar durante varios meses. Estos recintos individuales proveen un lugar seguro y cálido para cada becerro y suficiente espacio para moverse. El cobertizo también les facilita poder monitorear de cerca la salud de cada becerro y la cantidad de alimento que comen.
En el invierno, Dziurgot añade más paja a los cobertizos para que los becerros tengan más de su elemento favorito para acurrucarse. También visten a los becerros con ropa de invierno especial: chaquetas para becerros acolchadas en la parte de adentro y material resistente al viento por fuera para una capa extra de calor. Esto les permite a los becerros usar su energía adicional para crecer fuertes, en lugar de usarla para calentarse.