Este uso novedoso de las plantas de tomate como fuente natural de levodopa (L-DOPA) también ofrece beneficios para las personas que sufren efectos adversos, incluidas náuseas y complicaciones de comportamiento, de la L-DOPA sintetizada químicamente.
El experimento fue llevado a cabo por científicos del Centro John Innes en el Reino Unido, mediante la cual se les agregó un gen que en la remolacha es responsable de la síntesis de una sustancia conocida como L-DOPA.
El trabajo oriental permite producir un tomate rico en ácido gamma-aminobutírico (GABA), que puede prevenir la presión arterial alta.
La sustancia es muy valiosa como fármaco para combatir la enfermedad de Parkinson. Así, el consumo de estos tomates tiene un efecto terapéutico. No todas las naciones cuentan con un acceso fácil a los medicamentos convencionales con L-DOPA químicamente sintetizada, y además hay personas a las que, por diversas razones, les resulta difícil tomar el medicamento en pastillas o en otros formatos farmacológicos tradicionales, mientras que no tienen problema alguno en comer tomates.
La L-DOPA es un acelerador metabólico que se encuentra en muchos alimentos, pero además es un fármaco efectivo para el tratamiento del Parkinson. El problema es que la concentración de levodopa en los alimentos es muy baja como para ser considerado un remedio eficaz, razón por la cual distintos lavatorios del mundo la sintetizan químicamente.
Los científicos ingleses lograron insertar en el tomate un gen que codifica una tirosinasa, una enzima que usa tirosina para construir moléculas como L-DOPA, consiguiendo que los niveles alcanzados en el fruto del tomate sean de 150 mg de L-DOPA por kg de tomates, un valor que sí serviría para tratar la enfermedad.
(Foto: Phil Robinson)