Con el ojo puesto en estos insectos, ya que cuando las poblaciones aumentan, afectan la implantación de cultivos invernales, ya que se alimentan de sus semillas, raíces y plántulas.
Las larvas de bicho torito (Diloboderus abderus Sturm.) afectan además, a otros cultivos invernales como el centeno, cebada, avena, triticale, arveja, lenteja. Su daño también se observa en siembras tempranas de cultivos de verano, como maíz o sorgo, en forrajeras perennes y vegetación espontánea.
Esta especie pertenece al grupo del llamado complejo de gusanos blancos, que incluye varios géneros de la familia de los Escarabeidos. Es un insecto polífago, cuya larva se alimenta fundamentalmente de semillas, raíces y plántulas. Además, se ha comprobado el consumo abundante de rastrojos de cultivos antecesores (residuos orgánicos) y excrementos animales. El ciclo de vida consiste en una generación anual, pasando por los estados de huevo, larva (tres estadios), pre pupa, pupa y adulto. Siendo este último, el único estado en que se desarrolla sobre la superficie, el resto es subterráneo.
Este insecto es un habitante natural de la tierra, pero prolifera en los suelos sin labranza y en ambientes cálidos y húmedos. De esta manera, aquellos lotes estabilizados en siembra directa, pasturas perennes o lotes en “descanso” con vegetación espontánea, proveen condiciones favorables para su desarrollo; aunque no siempre se traduce en daños a las plantas.
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Una plaga con presencia positiva y negativa a la vez
Estos insectos, en bajas densidades son benéficos ya que mejoran las propiedades físicas del suelo y favorecen la descomposición de residuos orgánicos. Sin embargo, cuando las poblaciones aumentan, afectan la implantación de cultivos invernales, ya que se alimentan de sus semillas, raíces y plántulas, indicó un informe de la Red de Manejo de Plagas de Aapresid.
Si bien el trigo es el cultivo más afectado, la plaga también incide sobre centeno, cebada, avena, triticale, arveja y lenteja. Por ello, es fundamental el monitoreo en pre-siembra, con especial atención en suelos no perturbados o que salen de una pastura, donde la incidencia es mayor.
No todos los gusanos blancos son perjudiciales
Hay varias especies de gusano blanco, que se agrupan dentro del llamado Complejo de gusanos blancos. En relevamientos realizados por el INTA en el norte de Buenos Aires, sur y centro de Santa Fe se identificaron más de 10 especies. Sin embargo, solo se considera económicamente perjudicial a Diloboderus abderus, popularmente conocido como «bicho torito».
Ciclo de vida y características generales
Esta especie completa su ciclo biológico en un año. El estadio adulto, que emerge en diciembre, es el único que transcurre sobre la superficie del suelo. Una característica curiosa es que puede distinguirse fácilmente entre hembras y machos. Estos últimos presentan una protuberancia en la cabeza, en forma de cuerno, que le da el nombre de «bicho torito».
Entre enero y marzo ocurren las oviposiciones, y unos 15 días después comienzan a aparecer las larvas, estadio perjudicial para los cultivos, que evolucionan en tres estadios larvales entre los meses de febrero a noviembre.
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En las especies de gusano blanco, al tener una sola población anual, las condiciones ambientales de un año inciden en la abundancia poblacional del año siguiente. En este punto, la sequía favorece el aumento poblacional, ya que el bajo contenido de humedad en el suelo no favorece el control natural de la plaga, realizado por hongos y otros microorganismos entomopatógenos.
En otras palabras, las larvas que no son controladas se convierten en adultos, cuya descendencia significa un aumento poblacional de larvas para el año siguiente.
Monitoreo: cómo saber si hay bicho torito en el lote
Si bien la formación de «montículos» de tierra en la superficie del suelo es un indicio de la presencia de la plaga, su no existencia no significa que no haya larvas en el lote.
En este punto, la que nunca falla es la pala. Para un correcto monitoreo, es necesario hacer al menos 10 pozos cada 30 ha, de 50×50 cm de superficie (1/4 m2) y 30 cm de profundidad, uniformemente distribuidos en el lote. En cada pozo, hay que observar atentamente la muestra de suelo extraída, desterronando manualmente y registrando la totalidad de larvas de gusanos blancos presentes, para luego estimar el número de larvas/m2.
Bicho torito vs. otras especies: diferenciación a campo
Existen tres características prácticas de identificación a campo. Por un lado, el tamaño de la larva. Desde mayo a octubre, las larvas de bicho torito miden más de 5 cm, mientras que las de otras especies son más pequeñas (menos de 3,5 cm).
Otro aspecto a observar es el color de la cabeza, que en el bicho torito es marrón-rojizo (borravino) y en otras especies es castaño claro. En tercer lugar, el tamaño de la cabeza. La cabeza de las larvas de bicho torito es tan ancha como el cuerpo, mientras que en otras especies es más angosta.
¿Cuándo se justifica realizar control químico?
El control químico se justifica sólo cuando la población de bicho torito es superior a 5-6 larvas/m2, lo cual supone una pérdida de rendimiento del 10% en trigo. Poblaciones menores de este insecto o presencia de otras especies de gusano blanco no justifican el control químico.
El tratamiento de semillas es la estrategia con mayor eficiencia, de alrededor del 70%. Insecticidas tales como tiodicarb, tiametoxam, teflutrina e imidacloprid, demostraron ser eficientes para este tipo de aplicación. Cabe destacar, que si bien este método es preventivo, sólo debe usarse si se constata que el lote hay presencia de larvas por encima del nivel de daño económico.
Por otro lado, los especialistas desestiman la pulverización de insecticidas en cobertura total sobre la superficie del suelo, la cual muestra resultados erráticos, que nunca superan el 50% de eficiencia en el control.
Una práctica de manejo a tener en cuenta es el retraso de la fecha de siembra del trigo. En siembras tempranas, las plantas están expuestas a un mayor daño al coincidir con temperaturas todavía elevadas y por ello una mayor actividad de las larvas.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que además de los entomopatógenos, existen avispas parasitoides del género Thipia y Campsomeris, cuyas larvas controlan las larvas, y las prepupas y pupas, respectivamente.
El manejo integrado de la plaga garantizará tanto la tranquilidad del productor como el equilibrio ambiental. No te pierdas el próximo 12 de abril un especial de Agenda Aapresid sobre monitoreo de gusano blanco junto al Ing. Agr. Luis Vignaroli, especialista en Entomología de la Cátedra de Zoología de la Facultad de Ciencias Agrarias (UNR).