Más pequeños que los de gallina y con una yema más viva, los huevos de codorniz son una auténtica exquisitez que destaca por su alto contenido en proteínas y la casi inexistencia de carbohidratos.
Los huevos de codorniz son un alimento muy nutritivo y saludable, que a pesar de que son más pequeños que los huevos de gallina, tienen un sabor semejante y al compararlos a nivel nutricional son ligeramente más calóricos y ricos en nutrientes como calcio, fósforo, zinc y hierro.
Cada huevo de codorniz es mucho más rico y concentrado tanto a nivel calórico como nutricional, siendo una excelente alternativa para colocarlo en las meriendas de los niños o para una entrada en una cena con amigos, para preparar una ensalada o un sándwich, por ejemplo.
El huevo de codorniz es un producto muy presente en la gastronomía española y su elaboración es idéntica a los de gallina, se pueden freír, cocer, pochar, etc. Asimismo, aunque su presencia en los mercados es común todo el año, es en la época entre mayo hasta finales de julio cuando se produce la puesta.
Huevos de codorniz
Valor nutricional (por cada 100 gramos):
Calorías: 155 kcal
Hidratos de carbono: 0,41 gr
Grasas: 11,2 gr
Proteínas: 13,05 gr
Colesterol: 844 mg
Calcio: 64 mg
Fósforo: 226 mg
Potasio: 132 mg
También contiene vitaminas A y del complejo B.
Propiedades y beneficios
Los huevos de codorniz se caracterizan por ser una fuente de energía rica en proteínas de alto valor biológico. Estas son indispensables para el mantenimiento del organismo y el desarrollo de los músculos, así como del cerebro.
Además, por lo general, estos generan un menor número de alergias que los huevos de gallina. No obstante, estos contienen una cantidad en grasas y colesterol que hace que su consumo se deba realizar dentro de una dieta sana y equilibrada, sin abusar de ellos.
Por otro lado, su contenido en calcio y fósforo es fundamental para el mantenimiento de unos huesos y dientes sanos.
Los huevos de codorniz también aportan vitaminas necesarias para el buen funcionamiento del organismo y del sistema inmune. En el caso de la vitamina A, permite la formación de tejidos blandos así como el mantenimiento de la piel, mientras que el complejo B favorece el mantenimiento del sistema nervioso, y ayuda a la formación de glóbulos rojos en la sangre.