El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) enfrenta un cambio en su liderazgo tras la renuncia de su presidente, Juan Cruz Molina. La decisión responde a diferencias irreconciliables entre Molina y el Ministerio de Economía de la Nación, relacionadas con las políticas de gestión y el recorte de personal en la institución.
Molina confirmó su renuncia mediante una carta dirigida a las autoridades del INTA y del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, “Me siento orgulloso de los logros alcanzados y confío en que el INTA continuará trabajando al servicio de la Argentina, por el bienestar de los productores y la sociedad toda”, expresó.
Conflictos en la gestión
Las diferencias principales se centraron en las políticas de recursos humanos. Según trascendió, el Ministerio de Economía solicitó un recorte significativo en la planta de empleados del INTA, buscando alcanzar los 900 retiros voluntarios, mientras que bajo la gestión de Molina solo se concretaron unos 250. La presión por reducir personal en un organismo clave para la investigación agropecuaria fue el detonante final de su salida.
Molina, quien asumió con un perfil técnico en 2022, se destacó por su enfoque en modernizar el INTA, preservando la estructura de personal que, según afirmó en varias oportunidades, no había crecido en los últimos cinco años. En una entrevista previa, subrayó que los trabajadores del instituto eran los adecuados para las necesidades científicas y técnicas, y defendió la incorporación de nuevos profesionales a través de programas de formación.
Un cambio de rumbo
La renuncia de Molina sigue a la destitución de Fernando Vilella, exsecretario de Bioeconomía, quien había sido clave para su arribo al frente del organismo. Este movimiento refuerza las especulaciones sobre un posible giro hacia un perfil de gestión más alineado con los ajustes exigidos por el Gobierno Nacional.
Se espera que en los próximos días el Gobierno defina quién tomará las riendas del INTA y si habrá más cambios en su equipo de gestión.