Las hierbas aromáticas y medicinales han sido usadas desde tiempos inmemorables, y si bien nunca han dejado de usarse, ya sea para condimentar las comidas o como medicina natural alternativas para prevenir enfermedades y curarlas.
Dentro del amplio glosario de la botánica tradicional, las hierbas aromáticas las podemos cultivar nosotros mismos si disponemos de un espacio adecuado en casa, ya sea en el jardín, en el huerto ecológico, en macetas o canteros, en muchos espacios, sean grandes o pequeños. Además, aún siendo un novato en jardinería la puedes producir sin problemas, ya que no precisan de cuidados extraordinarios.
Además de tener la ventajas de ser utilizadas como condimentos para distintas comidas, ya sean guisos, sopas, carnes, la mayoría, además, nos aportan sus propiedades curativas, principalmente digestivas, carminativas, antiinflamatorias, expectorantes o antisépticas, por lo que son empleadas como opciones naturales dentro de la medicina.
Un detalle a destacar, se llaman “hierbas” a las plantas silvestres o espontáneas que no se cultivan generalmente apropósito y crecen libremente , y que pueden ser recolectadas tanto para dar sabor, como también con otros fines, como cosméticos, curativos, repelentes de insectos, e inclusive utilizadas como hortalizas, como pueden ser la acedera, el mastuerzo o el diente de león.
Las hierbas aromáticas se le llaman a aquellas que son cultivadas en huertas o viveros especialmente para dar sabor a las comidas. Como hierba generalmente se denominan plantas de las que se usan partes frescas, como las hojas, las ramas, o en algunos casos las raíces.
Entre la gran variedad que existen, suele llamar condimento o especie aquellas que se usan para dar sabor, pero que se tratan de partes de la planta más leñosas, tallos, raíces o semillas o frutos secos, y que pueden transportarse y almacenarse. Por eso, la palabra especie viene del latín medieval que significa “tipo de mercancía”.
¿Qué rol cumplen las hierbas en nuestra huerta?
En una huerta orgánica, para evitar que plagas y enfermedades nos arruinen nuestros cultivos, tenemos que tender a un ambiente equilibrado. Esto significa, que nuestras plantas tienen que estar fuertes para resistir el ataque de insectos y enfermedades (que siempre aparecen) pero además nuestro suelo y nuestro ambiente tiene que estar en un equilibrio de organismos vivos.
Las plantas con aromas fuertes (ajo, cebolla, aromáticas como el perejil, la albahaca, la menta, el orégano, la salvia, el romero, el tomillo, el ajenjo, entre tantas otras) confunden o repelen a los insectos plaga, por lo tanto es útil tenerlas en la huerta con este fin, además de usarlas para nuestra cocina o con otros usos domésticos.
Algunas plantas aromáticas son perennes, como el romero, la lavanda, el ajenjo, y pueden ubicarse en bordes extremos o cercos, para que alcancen mayor tamaño y ejerzan el rol de dispersión de entrada de insectos perjudiciales a la huerta.
Las aromáticas anuales, que se siembran o plantan todos los años, y son de menor porte, como la albahaca, el perejil, o la cebolla y el ajo, se pueden intercalar entre los cultivos.
Fuente: Mariana del Pino de MAPO, exclusivo para Sabe la Tierra