Más de 120.000 hectáreas siguen anegadas en 9 de Julio. Productores advierten que la situación empeorará con nuevas lluvias, mientras la agricultura y la ganadería colapsan en medio del abandono estatal.
La situación en el partido bonaerense de 9 de Julio es crítica: las lluvias de agosto superaron ampliamente los promedios históricos y provocaron que más del 40% de la superficie quedara bajo agua. El 60% restante tampoco es apto para producir, ya que los caminos están intransitables y la red vial colapsada, lo que paraliza la actividad agropecuaria.
El impacto sobre la producción es fulminante. Antes de las últimas precipitaciones se estimaba que había 120.000 hectáreas afectadas y solo un 30% de la cosecha fina sembrada. El maíz temprano quedó descartado y las labores de barbecho no pueden realizarse. La ganadería enfrenta liquidaciones forzadas, cierre de tambos y hasta una fábrica de lácteos paralizada.
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Las soluciones estructurales llegan tarde. Productores señalan que las obras de la cuenca del río Salado no estarán terminadas hasta 2031, mientras que los canales existentes ya desbordan por falta de mantenimiento. La única respuesta inmediata se limita a pequeñas acciones coordinadas entre municipios, hidráulica y productores.
La comunidad rural vive con desesperanza. El recuerdo de la última inundación de esta magnitud, en 2001, se mezcla con la certeza de que el abandono estatal se repite. En una zona donde predominan pequeños y medianos productores, muchos temen que esta crisis los deje definitivamente en el camino.