Hoy en día, tomar chocolate caliente puede parecer una excentricidad, pero en la época colonial era una costumbre común entre los criollos, heredada de España.
Según Maxwell Bloch, antes de la llegada de los españoles, el «xocolatl» era una bebida fría reservada para las élites prehispánicas, con un fuerte simbolismo y consumida por el pueblo solo en ocasiones especiales.
Bloch explica que los españoles modificaron el xocolatl añadiéndole azúcar y canela para el gusto europeo y empezaron a tomarlo caliente.
Al eliminar las prohibiciones prehispánicas, la bebida se popularizó. Se convirtió en un alimento esencial por su sabor, valor nutricional y sus supuestos beneficios para la salud y el ánimo, llegando a ser, según el estudioso, una «adicción» en Nueva España, especialmente entre las mujeres.
La tradición de tomar chocolate con churros el 25 de mayo en Argentina está ligada a la conmemoración de la Revolución de mayo de 1810. Aunque los churros llegaron a Argentina más tarde, alrededor de 1890, la combinación de chocolate caliente y churros se arraigó fuertemente en las celebraciones patrias por varias razones:
- Costumbre colonial: En la época colonial, el chocolate caliente era una bebida muy consumida por la sociedad criolla, un hábito traído desde España. Era común que se ofreciera chocolate caliente en ocasiones especiales y festividades.
- Calor y confort: El 25 de mayo suele caer en el otoño argentino, con temperaturas que comienzan a bajar. El chocolate caliente y los churros son una combinación reconfortante y calórica, ideal para combatir el frío y generar un ambiente acogedor en las celebraciones.
- Asociación con la identidad: Con el tiempo, estas comidas se volvieron parte de las «comidas típicas» de la época colonial que se asocian con los festejos patrios, junto con el locro, las empanadas y los pastelitos. Aunque no eran parte de la dieta de 1810 específicamente, se integraron como parte de la tradición popular de celebrar el día patrio.
- Actos escolares y celebraciones: En los actos escolares y festejos familiares del 25 de mayo, el chocolate caliente y los churros se han convertido en un elemento recurrente, ayudando a consolidar esta costumbre a lo largo de las generaciones.

Bloch destaca el simbolismo social del chocolate: era una cortesía que los anfitriones ofrecieran chocolate a sus invitados, quienes debían aceptarlo para no ser descorteses. Por ello, no es de extrañar que el chocolate fuera común en vísperas de la Revolución de Mayo.
Por otro lado, el periodista e investigador Daniel Balmaceda, autor de «La comida en la historia argentina», relata cómo el 25 de mayo de 1826, durante la guerra con Brasil, el Almirante Brown ofreció chocolate caliente a su heterogénea tripulación multinacional como un gesto patriótico. Esta costumbre se arraigó en la marina y luego se extendió al ejército.
Es interesante notar que el chocolate criollo es más ligero que el español. Tan fuerte era la costumbre de beber chocolate en invierno en España que, hace siglos, los teólogos solicitaron una dispensa papal para excluirlo de las normas de ayuno y así evitar que todo Madrid incurriera en pecado. La bula resultante decía: “Liquidum non rumpit jenjunium” (El líquido no rompe el ayuno).
Mientras que el churro es el compañero ideal del chocolate, especialmente en Castilla. Aunque en España suelen tener forma de herradura, en Argentina los churros son rectos y se conocen como porras. A veces, tanto los churros como las porras se rellenan con dulce de leche o crema pastelera y se espolvorean con azúcar.
